Estaba acostumbrada a Devon y su manera de trabajar, era agradable y sarcástico, cosa que hacía que no lo mantuviera colgando de su techo amarrado de una pierna. Alzó una ceja mientras cruzaba los brazos por debajo de su pecho.

— Podría hacerlo, sí. Pero lo más conveniente es que yo te acompañe.

No es que lo infravalore, pero bien sabe Devon que hay magias que solo se pueden activar cerca de la zona, como si tuvieran que ir siguiendo pistas claras para perseguir al dueño de la magia oscura.

La bolsa de hebras de yute seguía flotando en una esfera, capturado el mal olor que naturalmente albergaba.

— Será un camino largo, Devon. No creo que se vaya a mostrar tan fácil.