31-35, M
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E1581011 · 18-21, M
Eugeo asintió ante las palabras de Gilgamesh, los ojos abiertos y claros, enfrentando la intensidad del rey sin miedo. Eugeo comprendía lo que su rey quería, y estaba dispuesto a dárselo.
— Entiendo, Gilgamesh —dijo con voz firme y segura—. Soy tuyo. Pero no olvides, eres mío también.
Esta vez fue Eugeo quien cerró la distancia entre ellos, devolviendo el beso con la misma ferocidad y exigencia que Gilgamesh había mostrado. Y aunque había un rastro de sumisión en sus palabras, en sus acciones no había nada que indicara que estaba dispuesto a ser subyugado completamente.
— Entiendo, Gilgamesh —dijo con voz firme y segura—. Soy tuyo. Pero no olvides, eres mío también.
Esta vez fue Eugeo quien cerró la distancia entre ellos, devolviendo el beso con la misma ferocidad y exigencia que Gilgamesh había mostrado. Y aunque había un rastro de sumisión en sus palabras, en sus acciones no había nada que indicara que estaba dispuesto a ser subyugado completamente.
E1581011 · 18-21, M
Las palabras de Gilgamesh y el tacto suave de su mano eran como un bálsamo para Eugeo. Se sorprendió ante la ternura de Gilgamesh, pero no la rechazó. De hecho, fue la calidez que emanaba de Gilgamesh lo que hizo que Eugeo se diera cuenta de cuánto anhelaba ese tacto, esa conexión.
Alzó la vista para encontrarse con los ojos del rey. Estaban llenos de emociones que Eugeo nunca había visto antes. Vio afecto, respeto, deseo... y también una promesa.
Cuando Gilgamesh se inclinó para besarlo, Eugeo cerró los ojos y se dejó llevar. Era un beso lleno de emociones, uno que expresaba mucho más de lo que las palabras podían decir. En ese momento, Eugeo sintió una alegría indescriptible. No sólo era aceptado por su rey, sino que también era correspondido.
Cuando finalmente se separaron, Eugeo abrió los ojos y vio a Gilgamesh con una sonrisa sincera y llena de alegría. En ese instante, Eugeo supo que no importaba lo que el futuro les deparara, enfrentaría todo con valor, al lado de Gilgamesh.
—Yo también estoy deseando ver cómo se desarrolla esta nueva relación, Gilgamesh —dijo Eugeo, devolviendo la sonrisa—. Y no importa qué, te prometo que siempre lucharé a tu lado, como tu igual.
Y así, en el salón del trono, bajo la mirada de todos los presentes, nació una nueva alianza entre Eugeo y Gilgamesh, una que no sólo cambiaría sus vidas, sino también la del reino que gobernaban.
Alzó la vista para encontrarse con los ojos del rey. Estaban llenos de emociones que Eugeo nunca había visto antes. Vio afecto, respeto, deseo... y también una promesa.
Cuando Gilgamesh se inclinó para besarlo, Eugeo cerró los ojos y se dejó llevar. Era un beso lleno de emociones, uno que expresaba mucho más de lo que las palabras podían decir. En ese momento, Eugeo sintió una alegría indescriptible. No sólo era aceptado por su rey, sino que también era correspondido.
Cuando finalmente se separaron, Eugeo abrió los ojos y vio a Gilgamesh con una sonrisa sincera y llena de alegría. En ese instante, Eugeo supo que no importaba lo que el futuro les deparara, enfrentaría todo con valor, al lado de Gilgamesh.
—Yo también estoy deseando ver cómo se desarrolla esta nueva relación, Gilgamesh —dijo Eugeo, devolviendo la sonrisa—. Y no importa qué, te prometo que siempre lucharé a tu lado, como tu igual.
Y así, en el salón del trono, bajo la mirada de todos los presentes, nació una nueva alianza entre Eugeo y Gilgamesh, una que no sólo cambiaría sus vidas, sino también la del reino que gobernaban.
E1581011 · 18-21, M
Eugeo quedó en silencio durante un momento, procesando las palabras de Gilgamesh. Sus ojos se movían de forma inconsciente, tomando cada detalle del rey que se encontraba frente a él su porte imponente, los músculos tensos visibles a través de su armadura, el brillo casi intimidante en sus ojos. Un calor desconocido empezaba a crecer en su pecho, y Eugeo se encontró luchando por ignorarlo.
—Rey Gilgamesh —comenzó, su voz suave, pero firme— ...nunca pensé que me encontraría en una situación así frente a Su Majestad. Siempre te he respetado y admirado como mi rey. Pero lo que me pides ahora es... algo más.
Hubo una pausa, mientras Eugeo luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Su mirada se encontró con la de Gilgamesh, y no pudo evitar que su corazón latiera más rápido. Había algo en esos ojos, algo que lo atraía de manera irresistible.
Dio un paso adelante, su armadura tintineando suavemente con el movimiento. Su rostro se mantuvo sereno, pero sus ojos reflejaban una emoción que apenas podía contener.
—Si tus sentimientos son sinceros —dijo, su voz casi un susurro— ...Entonces acepto tu petición. Aceptaré tu deseo, porque me encuentro atraído por tu fortaleza, tu dominancia, algo que nunca pensé que sentiría. Y espero que a partir de este momento, no solo me veas como tu súbdito, sino también como alguien que... también te desea.
Las últimas palabras parecían flotar en el aire, mientras Eugeo se enfrentaba a la mirada intensa de Gilgamesh, esperando su respuesta.
—Rey Gilgamesh —comenzó, su voz suave, pero firme— ...nunca pensé que me encontraría en una situación así frente a Su Majestad. Siempre te he respetado y admirado como mi rey. Pero lo que me pides ahora es... algo más.
Hubo una pausa, mientras Eugeo luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Su mirada se encontró con la de Gilgamesh, y no pudo evitar que su corazón latiera más rápido. Había algo en esos ojos, algo que lo atraía de manera irresistible.
Dio un paso adelante, su armadura tintineando suavemente con el movimiento. Su rostro se mantuvo sereno, pero sus ojos reflejaban una emoción que apenas podía contener.
—Si tus sentimientos son sinceros —dijo, su voz casi un susurro— ...Entonces acepto tu petición. Aceptaré tu deseo, porque me encuentro atraído por tu fortaleza, tu dominancia, algo que nunca pensé que sentiría. Y espero que a partir de este momento, no solo me veas como tu súbdito, sino también como alguien que... también te desea.
Las últimas palabras parecían flotar en el aire, mientras Eugeo se enfrentaba a la mirada intensa de Gilgamesh, esperando su respuesta.