El rostro del faraón se torna más serio al escuchar las palabras de la diosa cantora. Los antiguos mitos egipcios estaban llenos de relatos de deidades y mortales luchando contra maldiciones y presagios nefastos, y la historia de Zero no era diferente.
— Veo que llevas una carga pesada, Zero —admite Ramsés con gravedad — Tu valentía en desafiar a tu destino es admirable, y tu deseo de proteger el mundo a pesar de las injusticias que has sufrido es digno de alabanza. No son muchas las personas, mortales o dioses, que mostrarían tanta resistencia y voluntad.
Ramsés cierra los ojos y permanece en silencio durante unos segundos, como si estuviera reflexionando. Luego los abre de nuevo y mira a la joven con determinación.
— La historia egipcia está llena de luchas y conflictos, de dioses y hombres desafiando su destino. Y hemos aprendido que, a veces, el destino no está tallado en piedra. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte en tu lucha, Zero, cuenta con mi apoyo.
En las palabras del faraón se puede apreciar sinceridad y resolución, sabiendo que a pesar de su posición y poder, él también comprende lo que significa luchar contra las adversidades.
Al escuchar la respuesta de la albina, Ramsés no puede evitar mostrar una sonrisa ligeramente curiosa y respetuosa.
— Zero, la diosa cantora... Un nombre que ciertamente tiene peso y melodía, apropiado para alguien de tu estirpe.
El faraón se mantiene en su posición formal, a pesar del aura intimidante que puede estar emanando, su tono y gestos siguen mostrando respeto y curiosidad.
— Dime, Zero, ¿cuál es la historia detrás de esa flor? ¿Por qué la llevas como maldición y no como un emblema de tu singularidad?
La pregunta de Ramsés es directa pero no invasiva, demostrando que a pesar de su estatus, él es consciente de los límites y el respeto que debe mantener con aquellos que tiene en frente, incluso con una diosa cantora.
Aprecia la reverencia de la joven, sus ojos de oro reflejan la luz en una brillante yuxtaposición con su piel morena y su atuendo faraónico.
— El gusto es mío, joven poseedora de la flor maldita.
Responde Ramsés en tono formal y noble, inclinándose ligeramente en señal de respeto. Su mirada se dirige hacia la flor en el ojo de la chica, demostrando curiosidad, pero no miedo o disgusto.
— Curioso, una belleza y una maldición a la vez. ¿Cómo te llamas?
