Pronto su cola se mece de lado al lado, eb un swing pesado a causa de la cantidad del pelo largo que la cubre. —¿Está lejos? Quizá pueda conseguir un vehículo con una vieja amistad un día de estos.

— Te puedo llevar algún día si deseas. — esbozo una amplia sonrisa demostrando su contento al saber que le permitía tocarla así que no dudo en picarla con el índice. — Wooow.

—No conozco ese continente, mucho menos ese país. ¿Ah? —miró las manos de la mujer con-sin cola, por lo que se mantuvo en la misma posicion, accediendo a su petición. —Adelante, sí. Es como cualquier cola.

— Francis, del continente europeo. — Queda observando todavía esa cola hasta se acerca para poder o al menos intentar tocar eso tanto que le llama la atención. — ¿Puedo tocarla?

—Entiendo —o al menos hizo el intento. —¿De dónde eres exactamente? ... Déjame adivinar, ¿Rhode Island? Laterano no creo, aunque allá también he visto gente sin cola, o no visible al público.

— Pelaje de fantasía, algunas vienen con tiritas o la que van por dentro.

—Colas de fantasía —frunce el ceño al imaginar una cola con efectos de de luz o algo parecido a la magia. —¿De qué está hecha?

— ¡TIENES COLA! — Exageró pero es la primera vez que ve a alguien con cola, queda mirándolo fija y luego se tantea entre sus glúteos. — N-no tengo de esas, solo las de fantasía.

—¿En serio? —observa con incredulidad, a lo que él se levanta un poco la camisa a medida que se gira y muestra el nacimiento de su cola. —Mira, yo también tengo cola pero... ¿Dónde está la tuya?

— ¿Oh? Si tengo.