–Se limitó a decir lo que sentía, decirle que quería que volviera y casa era too much además que tampoco le daba los ovarios. Apoyó la taza de café y lo miró juzgandolo porque ni volteó a ver el vaso de naranja. No lo iba a obligar ¿o si? Tal vez sí, al menos con un puto sorbo le bastaría pero era Alessandro, necio y arrogante. Se levantó de la silla para caminar hacía él y terminar sentándose sobre sus muslos importandole una mierda si le interrumpía su desayuno. Su pecho se apego con el opuesto por la cercanía.–
