Sintió como ella lo capturaba, esas piernas rodeando su cadera y sus delicadas pero traviesas manos en la nuca. Le sonrió divertido, y sus ojos decían que en efecto, ella lo tenía, lo tenía a él. Ya que estaban tan cerca aprovechó para robarle un beso en sus labios, fugaz, de no ser porque la mordió antes de quitarse.

—Pienso volver contigo, y esperar cuando tu turno en el bar termine, así tendré más tiempo de sacarte las canas y tú de frustrarme, me parece el plan perfecto para odiarnos más.