Sus colmillos quedaron marcados, una succión feroz tintado la piel hasta puntos considerables. Era la forma de dejar su huella y una clara advertencia a terceros. Mordió cerca del lóbulo y paseo su lengua dentro de la oreja después por todo ese largo. Una vez más Isaac no recibía órdenes, a sabiendas de que sus peticiones eran todo lo contrario y ese juego era algo que ambos disfrutaban al fin y al cabo; de eso se trataba su contrato.

Se mantuvo detrás de ella bajando la vista por donde la tela se introducía entre sus pliegues, se separó un poco tomando su cintura de un lado a otro la meneo.— No, pero lo estarán. — Levantó su mano derecha y estrello la palma sobre su glúteo escuchando el tronar de esa carne. Acarició con sus dedos los labios que recelosos cubrían su intimidad. Se agachó a la altura de sus glúteos, abrió la boca para morder el lado derecho debajo del trasero y después al lado contrario.— No te muevas.