No solía ser acorralada de la nada, y mucho menos saltar sobre su asiento por el estruendo de la suela contra la madera, pero su actitud definitivamente le cautivaba, necesitaba escuchar más de su voz.

—Oye~ si al amor, No a la guerra. Seguro que tienes un arsenal de habilidades para estar tan seguro que podrás estremecer mis islas ocultas.— Vamos a campo abierto, aquí esta muy reducido ¿No crees?—

Relajada lleva inclina su espalda hacia atrás pero se aferra a su muslo como queriéndose apalancar de su musculo, lo hace fuerte como puede, aun que es de tacto dócil, quizá podría resbalarse un poco por culpa de la textura.

Un mechón de cabello ayuda con el misterio de su pirar, levanta su hombro para cubrir su mejilla con este.
—Tu nombre, Dios Nórdico~ —