Apoyado no solo por Dios, sino por el mismisimo Diablo, el musico lanza en el aire el microfono para torcer sus brazos, sus dedos, sus piernas y sacar el culo para el deleite de la musa de azucar.

"KEEERRRAAAANNGGG!!!" En la misma fragilidad del Oxigeno, el requinto mas exquisito se escapa directo de esos dedos gruesos, en completo control de su imaginacion, porque, a juzgar por la pose, pareciera tocar con tanta pasion una guitarra electrica para ganarse el favor de esa ninfa de una vez por todas.