y adrenalina en ella. Sujetó la ballesta puesta a un costado, llevándola sobre la mesa, ya no había luz, solo el brillo de la luna y su esplendor que alumbraba como destellos sobre el filo plateado de sus flechas en punta de aguja. Lista, con el cargamento suficiente para cazar y perforar la carne de cualquier ser en su camino, solo le sonrió, esperando una sabia respuesta de aquel sujeto.—
— Los terrores se manifiestan uno a uno, rondando en las noches frías, ausentes de luz y vida, sin embargo desde aquella vista oscura, una figura femenina da brillo al hueco bar, alumbrando una mesa vieja con su encendedor; prende y apaga el mismo una y otra vez, jugando con el silencio del lugar pues el único ser vivo, hasta ese entonces, fue el cantinero, siendo una víctima más de los antojos carnales de la loba, la ropa manchada y su pecho ensangrentado era la prueba de tal atrocidad. Se mantuvo inquieta, murmullando, y ansiosa de continuar con sus viles actos. Su olfato era el más sensible, incluso en la distancia logró percibir aquel aroma lleno de misterio y acecho. La compañía fue directa, con una propuesta directa para ella.—
Tentador. Si me llevas a un sitio más que interesante te sigo, ¿Cuál es tu beneficio en todo esto hombre?
— Respondió, curvando los labios en una sonrisa astuta. Se relamió los labios, probando aún vestigios de sangre e impulsando la agresión y adr
Aleister tenía que pensar rápidamente. No era miedo ni mucho menos, pero tal enunciado de la mujer le suponía más peligro del que a simple vista reflejaba. ¿Qué podría decir? ¿Qué?… Y ahí fue cuando tuvo una idea. Antes de que Rebecca —a la cual aún no conocía por su nombre— se desesperara, le respondió.
—Te tengo una propuesta —dijo sin desviar en ningún instante la mirada y con visos serenos—. La noche aún es joven, habrá tantas personas con quiénes pecar, destruir y devorar que con tan solo tu servidor, ¿no crees? ¿Qué me dices si te ayudo a tender algún que otro ardid esta noche y cumplir a sí tu deseo de esta noche?
