—En todos los reinos lejanos y cercanos. Aslan, precisamente es siempre bienvenido en el árbol de Ferngully, el hogar de las hadas. -Salió de su escondite entre las hojas, alzándose por el aire con ayuda de esas hermosas alas de tintineante brillo.-

—Estos lares son inestables, sino conoces el camino, hijo de Eva... -Aclamó el hada, sabiendo de por medio sobre aquella profecía que pasaba de generación en generación en el mundo de las hadas a pesar de poseer una larga vida englobada a la cuestión mística.-

— Cierta razón tenía, una voz algo chillona llego a sus oídos sin más se acercó dejando su mano en el mango de su espada listo para atacar si era peligro, despejó esas hojas notando notando a la pequeña haga.—

— ¿Mm?, ¿quien eres? ¿Conoces a aslan? — No le sorprendía si era así ya que aslan era muy famoso ahí.

Se arrodilló mirando a tal diminuta mujer, sin más levanto una ceja con extrañes.

-En efecto es un humano, y no uno común cómo cualquier otro, ése muchacho es especial en todos los aspectos.-
—Brillo de sol que resplandece con la llegada de los reyes y reinas, Aslan debe estar orgulloso de nuestra venida a mi hogar. ¿Enemigo? ¡No, no puede ser! ¿Aliado? Quizá, pues la maldad no se denota en su corazón.

-La pequeña hada habló en prosa como si se tratase de una presentación, cuyo cuerpo femenil y diminuto apenas se puede ver entre las hojas de la vida silvestre del lugar.-

— El rey pasaba por el bosque en busca de algo interesante que hacer, no siempre en narnia los días eran divertidos y como siempre se aburría de estar con sus hermanos. Por inercia edmund se volteo de golpe se sentía observado ¿que sería? Ya se estaba preguntando que criatura magia le acechaba.—

—Un... ¿Humano? -A pesar del largo tiempo de vida que las hadas poseen, Crysta observa detenidamente al juvenil humano que ha caminado por aquel denso y tranquilo bosque; identificando que no es un humano cualquiera, pues la magia del sitio siempre trae por azar o simple capricho.-