—... —se dedicó a escuchar en silencio las palabras que su progénita tuvo para declarar. Cierto, la difunta madre de Hanku era todo lo bueno de este mundo, todo lo opuesto a lo que Kan siempre deseaba aspirar. Traga algo de saliva para ahogar las penas, además de empinarse la botella unos segundos; Aún duele como el primer día.

—Te amó muchísimo —bajó la vista hacia la botella, pero en el momento que sus ojos alzan la vista y se enfocan en los de ella, que a pesar del color, ve los ojos de su madre —. Recuerdo que cuando naciste yo te dormía en mi pecho para que ella pudiera descansar. Me quedaba al lado de la cama esperando a que ella pueda dormirse. Siempre se levantaba de noche a pedirme algo de comer... —desvía la mirada al ser invadido por el recuerdo.

—Después de que terminó de limpiar sus heridas, se le quedó viendo mientras hablaba, los ojos verdes se clavaron el los ajenos del mismo color, esbozó apenas una sonrisa, pero en realidad era por lo que mencionó.— Todo era especial cuando ella lo hacía, con ella la vida siempre parecía más fácil... —guardó silencio un momento, esperando que no se le quebrara la voz. — Te quiero, páh.

—¿Por qué quieres demostrarles...? —guardó silencio, recordó la voz de la madre, sonrió un poco—. Tu madre me hubiese dicho que fueramos desde el primer instante, sí —continuó removiendo la sangre que quedaba, esta vez con otro algodón limpio, y finalmente terminar por tirar el resto en el cesto de basura. Deja la botella de whisky entre manos, apoyando sus brazos en cada pierna, reflexivo—... Cuando conocí a tu madre, ella curó mis heridas con whisky. Pensé que fue especial porque... No sé, porque era ella —suspira un poco al mirar la botella a medio terminar. Había estado bebiendo, sí, pero no parece que el alcohol lo afecte como a cualquiera. Cosa mala—. Iré contigo mañana, prometo levantarme temprano.

—Se dejó limpiar sin quejarse mucho, supuso que era la única joven de su edad a la que le limpiaban las heridas con whisky, eso lo hacía más especial. Apretó los labios en una mueca, era verdad, por su culpa lo estaban llamando bastante seguido y eso que tenía muy poco viviendo con él. El comentario de su mamá y él era verdad, su mamá era la dulzura encarnada, nada que ver con ella. — ¿Mañana me acompañas? Les gané a tres juntas, papá... Pero quiero que vean que mi papá parece super modelo y no es un señor calvo como el de ellas.

—Ja —del botiquín sacó un trozo de algodón que no dudó en humedecer en el alcohol, al cual le dio un trago primero. Luego decidió comenzar a hacer una limpia de la sangre y las heridas más visibles, con cuidado —Sí sabes que no es la primera vez que me llaman por esto ¿Verdad? —se mostraba más serio de lo habitual; cualquiera diría que comenzaba a tomar en cuenta su papel de padre. Pero al sentirse apático con ella, un suspiro profundo calmó la ansiedad que le provocó verla en ese estado, empatizando—... Tienes el rostro de tu madre y el caracter de tu padre —no puede evitar sonreír un poco.

—Su gesto natural en ese momento era el entrecejo fruncido, estaba irritada y todo le parecía mal, pero el verle llegar a querer curar sus heridas la suavizó un poco, por lo que se quedó suspirando. — Me quiso hacer bullying porque no tengo mamá. Que mi ropa y estilo era de alguien sin afecto parental.

Botiquín en mano y una botella de whisky es lo que trae entre sus manos, por lo que al acercarse en silencio es que termina tomando asiento delante. La observa, silente y a detalle, quizá la preocupación no puede ser escondida pese a su gesto severo tan habitual —... ¿De nuevo? —asumió que ha sido en su escuela, pues no era la primera vez que recibía quejas del principal por las riñas de Han.