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♡, ── Pide un deseo. ~
 
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—Oe, Oe, Thais, sí lloras un poco quizá me dé lástima y te suelte. ¿Así funcionan las cosas no? Das lástima y se te perdona todo.

Carcajeó de nuevo, apretando aún más duro de su cuello, parecía que en verdad quería matarla.
Alessandro carcajeó, tan fuerte que se podía escuchar su risa rebotar por las paredes de la habitación. Duró así unos segundos en descontrol hasta que de repente se calló, con una expresión seria y calando su cigarro como si nada de lo anterior no había pasado.

—No es nada interesante lo que dices, Thais. Mira esto —Dijo alzando una de sus manos, parecía que iba a explicarle algo, pero cuando acercó la mano a ella le pegó su nariz con los dedos—, deja de quejarte por tu mierda. Ya no eres una bebé que necesite la puta lástima para vivir. Vives en peligro porque quieres, de la misma manera por la que coges. No digas que esas cosas horribles no son tu culpa porque te encantan.

Su expresión se tornó sombría. Perdiendo cualquier rastro de respeto a la menor. Alessandro no estaba drogado, y aunque fuera contradictorio eso era más peligroso, porque no dudó ni un segundo en tomarla del cuello para ahorcarla. Alzándola así unos escasos centímetros del suelo.
(...)
— No es mi culpa igual no vendría nada mal un poco de aroma de mujer en tu auto, olía a pura mota. — Le enseña la lengua bien infantil porque por más mujer que se vea, cada dos por tres le sale esa niña interior. — Aless, vivo cosas duras todos los días. — Otra vez se estaba burlando de su propia desgracia que por suerte solo pasaba por las noches o cuando necesitaba realmente el dinero.
Dio una calada más larga llenando sus pulmones con humo de tabaco entre que le echaba una que otra mirada al chico. — Uhm. . . ¿Y si usas esos doscientos para unas cervezas y yo pago las hamburguesas? — Termina el cigarrillo y lo arroja al suelo sin apagarlo. — Obvioooooo, si el señor no está ocupado. — Sarcasmo, ironía y un poco de burla ; adora joderlo un poquito.
—No lo olvido. Tuve que levantar mi auto después de eso. Apestabas.

Dijo sin filtro, Thais no era una mujer a tenerle cuidado, sabía quién era, ¿Pero ella sabía quién era él? Alessandro al fumar recordó un poco de su pasado, y sonrió con nostalgia.

—Lamento que tu vida sea así de miserable, no podría imaginar algo tan duro como lo que seguramente vives todos los días.

Su voz se mantuvo neutra, la dejaría a ella interpretar ese comentario de la manera que quisiera.
Para él, que Thais viviera a gusto con su trabajo sexual no era algo que le importara, pero ese tema lo ayudó a recordar algo. No sólo le entregó los trescientos dólares, sino que quinientos más.

—Toma, es tu paga por hablar conmigo.
Frunce el ceño con solo saber que le estaba tomando el pelo pero para calmar la rabia momentánea dio otra suave calada. — No me gusta drogarme. . . ¿O se te olvidó como nos conocimos? — Iba a reírse de su propia desgracia así que solo dejo escapar una risa nasal. — Ay, que manía tienes de que me meta ese polvito. ¿Quieres saber algo? Solo consumó cuando tengo que estar en fiestas grandes pero lo evitó. . . — Deja el cigarro entre su dedo medio e indice para mojar sus labios al pasar la lengua sobre esto. — Me gusta disfrutar del servicio. — Si, es demasiado sucia por disfrutar del sexo pagado pero hay seres mucho peores. — Ay, Aless. . .
—¡Ja! Brincos dieras porque lo pague.

Negó divertido, ya su cigarro se había consumido y él optó por tirarlo y de inmediato prender otro. Desconocía por qué una chica de las calles hablaba con tanto tabú o cuidado de algo como la marihuana.

—Antes dijiste que te pagaban en miles, diría que te basta y sobra para tus necesidades y meterte droga hasta las trancas. ¿O qué? Sí es alguna deuda grande con un tipo malo te puedo ayudar por un módico precio —Dió una pausa, sacando de su traje una bolsita con cocaína que puso en uno de los bolsillos de su shorts.

—Y puedo darte algunas gratis, hasta que decidas comprar voluntariamente.
— Deja de hablar de mi hermoso trasero porque la próxima te cobraré. — Eleva la ceja derecha en muestra de altanería, era perspicaz a veces o cuando está con todas las luces prendidas porque usualmente suele ser un tango torpe. Por otra parte, espero a que le diera el cigarro ya encendido para depositarlo entre sus labios y suavemente le dio una suave calada. — ¿Y qué te hace pensar que consumire eso? Apenas tengo para la renta y comer. No quiero vicios si no puedo sostenerlo. — Respondió con soltura dejando que el humo salga por las fosas nasales lentamente.
—Niña, no comas más de lo que puedas masticar. Te estoy pagando para fumar, que es menos dañino que meterte algo extraño en el culo y que te cause desgarre.

Tanta altanería que no fuera suya le molestaba, y también divertía. Parecía que ella se sentía capaz de enfrentar al mundo, de doblegar a todos. Aless no podía esperar al día de verla fallar.
Insistió con el cigarro, hasta se lo había encendido, y él por otro lado fumaba tan tranquilo que hasta se veía relajado, y en demasía.

—La próxima vez que pienses en fumar hierba nadie te pagará para hacerlo, al contrario, tú pagarás por ello.
— Mi clientela es particular, tienen gustos especiales. — sonrió de lado. — Depende cuántos sean y que quieran. A veces mil o un poco más. — Se apoya de lado contra el paredón de un local ya cerrado pero escuchar tantas preguntas prendió la luz de curiosidad.
— ¿Solo trescientos por fumar contigo? — Le gusta la idea porque bastaría para cubrir en alimentos y algún que otro antojo. — Aceptó pero si es tabaco, ahora. . . Si es porquería te saldrá más caro. — No es tonta menos al divisar esa billetera tan cargada.
—No sabía que tu clientela eran unos chiquillos llorones. —Sonreía divertido después de escuchar ese pretexto. Era la primera vez que oía a una mujer de su calaña no fumar por miedo a perder clientes—, escucha, niña. ¿Cuánto ganas por noche?

De su bolsillo trasero sacó la billetera, casi no podía cerrarse por la cantidad de dinero que tenía. La malicia en Aless creció, se empezaba a crecer.

—Te doy trescientos dólares sí fumas un cigarro conmigo.

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