-La joven fue a sentarse en la cama-
Solo pase a saludar, aun asi lamento llegar en mal momento
-Comentó avergonzada-

—No hace falta que te disculpes, de seguro dejé abierta la puerta. Uno ya con estas edades olvida todo.

Fingiendo dolor y en un dramático gesto de mano el albino tomó asiento en una silla cerca de una pequeña mesa para lectura. Ahí aguardaba una pila de libros esperando a ser leídos.

—Toma asiento —Indicó señalando la cama—, y dime si necesitabas algo.

Ups lo siento

-Como parte de su vida la vio en Japón, adopto los modales de esa region a lo que hace una reverencia de disculpa-

—¿Hmmm? Capri, de saber que había alguien en mi habitación...

De inmediato se volvió a abotonar la camisa, agradecía en el interior que Capricornio no anunciara su presencia en algún momento más comprometedor.

—Dime..., ¿Puedo ayudarte en algo?

Eres muy apuesto