El patrullaje nocturno estaba siendo inusualmente tranquilo. Silver Fox se movía entre las calles solitarias bajo la incesante lluvia que, al parecer, no planeaba dar tregua a los transeúntes por el resto de la noche; fue una sorpresa cuando el sonido del chapoteo de sus pies fue opacado por la voz de un desconocido de apariencia levemente menor a la propia.

—Soy... —últimamente le hacían mucho esa pregunta y aún así no se veía capaz de dar una respuesta sincera. Observó a la chica tras el varón y negó suavemente con la cabeza. ¿Qué hacían tan tarde fuera?—. ¿No saben lo peligrosas que son las calles a esta hora?, deberían volver a su hogar.