Guardó silencio durante la reseña de su compañera, y entre tanto, sacó de entre sus pertenecías un cigarrillo blanco que puso en sus labios, y que encendió con un viejo mechero de gasolina. —Hm— manifestó pensativo, deleitándose con la primera calada; la más fuerte y concentrada en todo cigarro reposado.

—Sí usan calderas, no me será muy difícil encontrarlos. En pleno auge de la tecnología "limpia", fabricas como esas destacan como basureros en plena ciudad. Mis ojos encontraran rápidamente sus cloacas—y cuando habla de sus ojos, es obvio que se refiere a sus familiares, los cuervos de la ciudad con los que esta conectado desde sus tejidos espirituales.

—¿Tienes una grabación del momento en que desaparecieron? Eso me sería de utilidad— Tomó el chip de entre sus dedos, pero lo hizo con cierta picardía por la forma en que sus yemas se rozaron. Aparentemente sí había extrañado a la mujer en su ausencia, pero ese era un tema del que ninguno hablaría de forma abierta.

—Están explotando personas en una fábrica para poder conseguir una mayor producción de mejoras. Tengo toda la información aquí —se señaló la sien y de un toque extrajo un pequeño chip de lo que parecía ser un compartimiento pequeñísimo en el mismo sitio—. Las condiciones son horribles, los muertos se vuelven combustible para las calderas. No son partes comunes y corrientes, son partes para autómatas, fabricadas a la antigua y sin computadoras per se, tal como las que me conforman. Necesito que me prestes tus dones para saber exactamente en dónde se esconden las alimañas que la manejan —estiró su brazo ofreciéndole la data y movió los dedos de su pie descalzo para tamborilear sobre el zapato ajeno, respondiendo a su sutil acercamiento.

Sonrió de lado, apenas de manera perceptible. No le gustaba recibir burlas, pero había tal confianza entre ambos que no lo tomó personal en absoluto; ella misma se sorprendía de no haber podido terminar una misión a la cual le puso tanto empeño. La pregunta era "¿por qué?" y la respuesta aún no estaba lo bastante clara a sus ojos... Los criminales habían estado ahí un momento y luego habían desaparecido por completo. Su sistema no fue capaz de analizar la ruta de escape que estos habían tomado... Fue como si el viento se los hubiese llevado. No parecía algo natural. Tal vez ya le habían tomado la medida.

—What? You never fail, silver fox—replicó Seiji con un tono de genuina sorpresa, pero de alguna manera, también se le veía disfrutando descaradamente de la situación, y no solo por lo obvio. Verla frustrada era algo que nunca pasaba.

Se sentó en un diván de frente a ella, acercando su pie al de la dama para tocar sus dedos con la punta de su zapato, un coqueteo discreto que ella entendería. —¿Cuál es el trabajo?—

—I couldn't get the data I need. That's why I called you.

—Why do you look a little mad?