User1580740

La ciudad bullía de movimiento mientras Altair caminaba por sus calles, inmerso en sus propios pensamientos. El aire estaba cargado de una energía vibrante, y la multitud se movía como una masa fluida, abriéndose y cerrándose en un flujo constante. Altair, con su mente en otras cosas, no notó la figura familiar hasta que, inesperadamente, chocó con él.

Recuperando el equilibrio, Altair alzó la mirada y encontró un par de ojos que le resultaban conocidos, aunque nunca hubiera intercambiado palabras con su dueño de una manera tan directa. Era Felis. Altair siempre había sido consciente de su presencia, habiéndolo visto en varias ocasiones a lo lejos, pero sus caminos nunca se habían cruzado directamente.

—Oh, ¡lo siento! —se apresuró a decir Altair, esbozando una sonrisa amable—. Debería haber prestado más atención por dónde iba. Hola, hermano.

Altair esperó, con una mezcla de ansiedad y esperanza, a ver cómo reaccionaba Felis ante su saludo, deseando que este inesperado encuentro pudiera ser el comienzo de algo más que un simple cruce de caminos.

—Gato miado