─ Pero...─ Las palabras se le quedaban a mitad de camino como si quieran no salir de su garganta, obligándola a guardar silencio.

Muchas fueran las veces que sintió el tintinear de cadenas sobre su cuello, manos, talones y al sentirse libre era como una avecilla asustada de volar, le enseñaron a dejarse pasar por encima que le dijeran de todo y callar pero ella tenia voz y una que era escuchada al fin ¿porque tenia que guardar silencio?

─ Sascha yo debí oírte cuando me dijiste que tenia una venda, que estaba ciega ahora debo componer y recomponer muchas cosas.

Levanto su mirada un segundo, inevitablemente aquel continuo palmeo en su espalda comenzaba a hacerle efecto, morfeo estaba tocando a su puerta entrañando su mente para que fuera a dormir.

Susurrando por lo bajo y dando un beso en su mejilla. ─ Gracias Sascha te quiero.