El hombre es bello en cualquiera de las etapas de la descomposición, es obra de tantos procesos termodinámicos, físico-químicos, biológicos... Tantos dogmas científicos interrelacionados destinados a perpetuar la vida hasta en efímeros detalles que escapan es una belleza que va más allá de la que se plasma en un lienzo.
Las ideas humanas mueren y lo que quedan son carne y huesos.
Hay vida después de la muerte. Un conjunto de terminaciones nerviosas y un cerebro son dependientes de la actividad fisiológica de un organismo y, tras cesar, es una de las tantas vidas del cuerpo.
El cuerpo es una granja de vida. La microbiota del intestino es vida complementaria a éste, así que, en parte no ha muerto. Las estructuras cálcicas del hombre regresan a la tierra y al cielo del que vinieron y lo toman organismos semejantes a nosotros.
¿Qué muerte hay? Es un ciclo. Tu existencia la debes a fagocitar donde una vez hubo vida.
La glucosa de tu cuerpo es ácidos grasos de un mamífero, o la glucosa de los frutos de plantas, pescados y hongos. Tu dieta está condicionada de reutilizar la materia orgánica de otros organismos.
Hablar de la vida postmortem en términos metafísicos es insultar a la naturaleza que concibió y concebirá vida a tus descendientes.
