Y tú, oh feliz diosa, mostrando tu sonrisa en el rostro inmortal, me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué de nuevo te invocaba, y qué con tanto empeño conseguir deseaba en mi alocado corazón. ¿A quién, esta vez voy a atraer, oh querida, a tu amor? ¿Quién ahora, ay, Safo, te agravia? Pues si ahora te huye, pronto va a perseguirte; Si regalos no aceptaba, ahora va a darlos, y si no te quería, en seguida va a amarte, aunque ella resista.