El peso la saco de sus pensamientos, tenía a esa hermosa chica en sus piernas ¿Cómo era posible que Miruna estuviera en su casa? ¿Cómo era posible que Blaze pudiera tener esa oportunidad de hablarle y convivir con ella? Jamás se había imaginado que eso sucedería por simplemente ser amable y curarle una herida meses atrás.

La albina se acomodo en el asiento con ella encima, Blaze tenía fuerza en sus muslos, hacia ejercicio en el gimnasio donde su papá estaba inscrito "beneficios" pensó. Sus manos se posan con cautela en los costados de las caderas ajenas elevando su rostro con esa melena despeinada. Era como un león de Nieve Blaze.

— Pensé que ya lo hacíamos... Me abrazas como esposa, es agradable... Sentir tu pierna encima cuando duermo mirando al techo.

Que tensión entre ambas, una tensión agradable.

— Quiere decir... espera debo pedirte que seas mi esposa.

Miro al rededor de la mesa, oh, se le ocurrió una idea. Blaze miro su anillo que siempre cargaba, dormía con