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痛い!
 
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AiriSato · 18-21, F
—Pero qué tonto, no tienes que comprar todo, puedes ir a un café de mangas y leer ahí, tan sólo pagas por un ramen instantáneo y una bebida.— dijo con la vista fija en la bolsa de gel, la cual dejaba reposar por algunos segundos antes de moverla, para evitar quemarle la piel.

—Más te valdría no perderlo o hacerle algo... Nunca más podrías volver a usar las manos si algo malo le sucediera un objeto tan preciado mío.— amenazó. Se dio cuenta de que todo lo que le decía a él sonaba como amenaza. Pero no pensó demasiado en ello, pues los últimos comentarios de Tanizaki la hicieron levantar el puño, como si le fuese a pegar con él. Pero no lo hizo, lo detuvo en el aire y en cambio comenzó a reírse con él.

A pesar de la situación, y sin darse cuenta, había surgido una ligereza y una naturalidad cómoda entre ellos, quienes reían ahora casi como cómplices de una fechoría, mientras que, sobre ellos, el cielo se volvía color sepia, y las cigarras anunciaban la despedida del día.
—Son costosos los tomos, me da pereza comprar esas cosas...—dijo con cuidado, ya que solo leía los que le regalaba su padre en navidad o con el dinero que le daban para tonterías, una vez pensó en robar, pero jamás alcanzó ese nivel de inmoralidad. Al final, no pudo evitar que ella tuviera ese tono algo ¿decepcionado? Quizás.

—Un día préstame alguno, prometo no romperlo...—aunque viniendo de él, lo mejor seria dejarlo pasar tal cuestión, solamente le quedó reírse de lo que decía, mientras dejó que ella le refrescará el ojo con ese gel tan practico, iba a tener que comprarse uno para si mismo, ya que cada vez terminaba peor.

—Y sobre el miedo, es difícil decidirme...—y la risita fue compartida— Los gorilas son complicados.
AiriSato · 18-21, F
y llevó con cuidado la bolsa al ojo del rubio.

—Al menos esto no dolerá
AiriSato · 18-21, F
—Tsk, por supuesto que no eres fanático. —murmuró decepcionada. ¿Porqué se decepcionaba? Quizá sólo le molestaba que había asumido que lo era. —Bueno, al menos eso me hace saber que no pierdes el tiempo el 100% del tiempo. —agregó con sorna.— Remina es un clásico, pero deberías leer Mimi no Kaidan... —musitó tan casualmente como pudo y continuó con su labor.

—Tanizaki, acabas de decir que me tienes más miedo a mí. Tsk. Decídete.— respondió molesta, pero ligeramente movida por el comentario extrañamente agradable que le había dado el rubio, y bajó las manos; había terminado de ponerle el ungüento, ahora sólo quedaba ese ojo hinchado. Negó con la cabeza y guardó el ungüento. De la maleta sacó entonces una bolsa de gel frío y le miró a los ojos mientras le miraba para asegurarse que no faltara ninguna herida más.

—Es la segunda vez que tengo que usar esta en ti, ¿sabes? Terminaré poniéndole tu nombre: Toyo-noroma.—río poquito, de manera natural,
—No soy un fanático, solo me gustan un poco sus cosas...—Dijo con sinceridad, si no leía otra cosa que alguna revista o manga, pero era claramente el menor de sus hábitos. Suspiro agraciado, mientras se tragaba sus lagrimas y se limpiaba con el dorso de su camisa para evitar molestar más.

—Solo leí Remina, solo eso...—no podía decir que todo le dolía menos, pero al menos tenía esa idea que tiene uno al ser tratado más o menos correctamente por manos útiles. Se sentía más aliviado, e iba a sanar—. Yo no te tengo miedo.

Aseguró, como si no fuese una mentira ni tampoco una exageración, sino todo lo contrario. Sonó de forma sincera, si hasta dibujo una sonrisa en sus labios, una pequeña curva gibosa.

—A veces haces cosas de Oni...—se rió, pero no sin mala intención— A veces de kashikoi.
AiriSato · 18-21, F
—¿Quién es una otaku pervertida, Tanizaki?!— inquirió amenazante, instándolo a no responder, y su enojo se vio interrumpido por el comentario sobre Junji Ito. ¡Junji Ito! Se separó de él, y lo miró con una expresión de sorpresa.

—¿Tú? ¿Eres fan de Junji Ito?— cuestionó con incredulidad, ladeando su rostro ligeramente, como tratando de definir si aquello era verdad o no.

—Tsk... ¿Quieres que esto sea más doloroso de lo que debe de ser?— le amenazó al escuchar sus ácidos comentarios, y sin dejar de mirarle, volvió a hundir el meñique en el ungüento. Conforme iba subiendo por las heridas, notaba las lágrimas involuntarias que se le acumulaban en los ojos. Suspiró disimuladamente; no estaba de humor para romper su orgullo sin piedad ese día. Trató de ser más cuidadosa.

—Sigue así, sigue teniéndome más miedo, boke.
ungüento.
—Eres una otaku pervertida...¡lo sabía! —dijo con seguridad, pero pronto se tuvo que quejar de forma sonora al recibir esa molestia, de verdad que casi se había pasado. Le dolía mucho como para recibir esa tortura. Pero tampoco podía sacrificar la poca masculinidad que le quedaba.

—Claro que no, si soy amigo del dueño de la tienda...—dijo con cuidado, mientras suspiraba, ya un poco más calmado—. Me gusta Junji Ito ¿eso me hace otaku?

Parecía que tenían nociones distintas de ser deportistas, no sabía que en el baseball se rompieran la nariz, los ojos y la boca con tanta facilidad. Bueno, si era el deporte de la Oni tendría sentido, más no lo dijo, prefirió anunciar internamente el dolor que sentiría por el ungüento. No sería la primera vez, sabía que dolía como el diablo pero mostró más valentía (un tanto exagerada) cual kamizake. Hasta cerró su puño, dramáticamente, para poder canalizar el dolor ahí que termino por pasar, como todo.

—Tranquila, que te tengo más miedo a ti que
AiriSato · 18-21, F
Metió el meñique con cuidado y tomó un poco el ungüento. Se acercó un par de béquelos pasos hacia el rubio, con el meñique al frente.

—Lo digo en serio, no te muevas aunque te arda, ¿de acuerdo?— le volvió a ordenar, y con mucho cuidado, le untó el remedio en la primera herida.
AiriSato · 18-21, F
—¿Y qué si lo fuera?— cuestionó molesta, presionando uno de sus moretones como venganza y sacándole la lengua. En seguida se arrepintió, pero no lo demostró; esta vez no disfrutaba de causarle más sufrimiento.

—Oye, lleva tus estúpidas peleas a otro lado, porque te juro que no saldrás consciente si se te ocurre hacer una escena como esas fuera de alguna de mis tiendas habituales, ¿entendido? —le amenazó mientras seguía limpiándole el rostro, tratando de quitarle los rastros de sangre seca, con el rostro fruncido pero aún concentrada.

—Por supuesto que sé lo que hago. Soy deportista.— dijo con mucha seguridad.y orgullos. Aunque, la realidad era que no sólo por eso lo sabía. Ella sabía lo que era estar lastimado después de una pelea, aunque, claro, a ella jamás le habían dado una paliza ni nada semejante.

Una vez que terminó, hizo a un lado la toalla, y pareció volver a buscar algo en su maleta. Sacó un pequeño recipiente de metal, y al abrirlo, se apreció un ungüento.

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