« Back to Album · Next »
— ¿De dónde sacaste esto? —preguntó hacia una infante que traía en sus manos una pañoleta de seda fina. Era obvio que pertenecía a los amos.

— La encontré. —dijo la niña sin rastro de malicia o culpa, no mentía, simplemente la había encontrado ahí, en las caballerizas.
— ¿Sabes que mentir te puede costar la vida, cierto? Y robar, mucho más. —se inclinó para mirarla fijamente, era sombrío incluso en su forma de hablar, lenta y aspera. La niña echó unos pasos atrás con la pañoleta en sus manos, ya nerviosa ésta vez. — Tranquila. No dije que te mataría ¿o sí? Dime ¿la quieres?
 
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
— Quizá. Pero eso no nos corresponde. Nuestro lugar es siempre por debajo del Rey, como un perro bajo su amo. —dijo él, guardándose la pañoleta en el bolsillo del pantalón.

— ¿Tú... Eres el perro del Rey? —cuestionó la niña como si el mote le pareciera demasiado ofensivo, poco sutil y sobre todo humillante.

— Soy el perro del Rey. —dijo.

En ello entró corriendo una mujer, era la hija del cocinero, madre de la niña. Cuando vio a su pequeña ante Artaban se tensó, no tenía muy buena fama y de hecho, era temido por su lealtad ciega al Rey.

— Por favor... No le digas sobre la pañoleta —susurró la pequeña temerosa.

— ¿De que pañoleta hablas? ¡Anda! Ve con tu madre.

La niña pegó un brinco y salió corriendo hacia su madre. Hoy definitivamente estaba de buenas.
 
Send Comment

Add a comment...
 
Send Comment