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Grande era el imperio.
Aplastó vidas, sueños y ambiciones con las propias, era como una bestia que se alimentaba de sangre. Poderoso en su raíz y férreo en sus cimientos.

Pero las torres más altas al caer serán las que mayor destrucción traigan consigo. De la mano la decepción... Y en su caso, el exilio. Un alma que vaga en la penumbra de la cual nació, no hay camino fijo por recorrer, como un perro sin nombre.
 

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