« Back to Album · Next »
— ¿De dónde sacaste esto? —preguntó hacia una infante que traía en sus manos una pañoleta de seda fina. Era obvio que pertenecía a los amos.

— La encontré. —dijo la niña sin rastro de malicia o culpa, no mentía, simplemente la había encontrado ahí, en las caballerizas.
— ¿Sabes que mentir te puede costar la vida, cierto? Y robar, mucho más. —se inclinó para mirarla fijamente, era sombrío incluso en su forma de hablar, lenta y aspera. La niña echó unos pasos atrás con la pañoleta en sus manos, ya nerviosa ésta vez. — Tranquila. No dije que te mataría ¿o sí? Dime ¿la quieres?
 
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
La niña asintió con vigor. Era rubiecilla, de ojos claros y percudidos, tanto como sus mejillas sucias y su ropa hecha casi harapos.

Artaban se tumbó sobre la paja, estaba con buen ánimo. Rió con acidez y negó, extendiendole la mano para reclamar la pañoleta.

— No puedes tenerla. Te costaría la cabeza si alguien más la encuentra, esa pañoleta debe ser de alguna de las damas del palacio. No es algo que ni tú, ni yo, podamos usar.

La niña presionó los labios con pesar, bajó la mirada y se acercó de vuelta a pasos cortos, entregando la prenda.— Sólo quería verme como una princesa, como la hija del rey ¡Siempre tiene vestidos tan bonitos!
 
Send Comment

Add a comment...
 
Send Comment