—¡N-No! — No llegó a apartar su rostro que ella ya lo estaba limpiando. Se quejaba a medida que ella lo iba limpiando, incluso hacía muecas de dolor... parecía un niño chiquito.(?) Entreabrió los ojos cuando sintió que ella le puso la bandita y le dijo que ya podía abrir sus ojos. — Hmmph... no hacía falta que hagas esto. Con un poco de mi saliva era suficiente para limpiarlo.

—Espera un momento— dijo llevándose las manos a su bolso y sacando un kleenex y una pequeña bandita. —Dolerá un poco, cierra los ojos— dijo con una sonrisa y le limpió la herida con el kleenex. Una vez que estuvo limpia le colocó la bandita y se hizo hacia atrás. —Listo, abre los ojos— espetó satisfecha.

— ¿Q-Que...? — Dió un pequeño respingo, no esperaba que nadie lo encontrara allí, mucho menos ella. — ¿Oh esto...? No es nada... Resbalé contra algo filoso.

— ¡Itadori-kun!, ¿estás bien? ¡Estás sangrando! ¿qué te sucedió?— preguntó alarmada acercándose a él.