-Se estremece, es la primera que deja que toquen su espalda de esa manera pero recibe bien las caricias de su adorada pelinegra.-

Sin duda alguna de por medio condescendía con suma calidez al orientar ambas manos sobre la espalda masculina, dichosa de obtener tan cariñoso gesto que apacigua a su corazón desasosegado corazón.

— Te creo.

Estoy seguro.

-Le abrazo contra su pecho brindándole suaves caricias sobre su cabello.-

— ¿Seguro?

Dubitativa, ni siquiera esa respuesta franca lograba apaciguar del todo su inquietud depositada en él, no obstante, procuró ya no hacerlo sumamente evidente y con un sutil abrazos basto por el momento.

Lo era, ahora solo son cicatrices.

-Se giro acercandose a ella para eliminar todo rastro de preocupación de su bello rostro, le derretía el corazón verla buscar alguna solución a lo que le había pasado.-

— Ow, se ve doloroso...

Era inevitable no preocuparse por el bienestar de quién tanto adora. En su mente buscaba soluciones una tras otra para lograr ayudarlo.