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Veamos... -Llevó su índice a la altura de su labio, optando una pose pensativa e inocente al mismo tiempo mientras su mirada se paseaba por los alrededores para observar cada detalle sin horrorizarse demasiado, ya estaba acostumbrado a estar en lugares turbios gracias a la profesión de su padre pero él no se involucraba en esa clase de tratos, al menos no por el momento.-

Me gustan los animales, los dulces, soy streamer de vídeos juegos e influencer, nunca tuve sexo, sé identificar venenos y fragancias.... mamá me enseñó a hacerlo. ¡Ah! Y no me gusta que me griten. -Terminadas sus palabras, volvió a sonreír ampliamente aunque ahora llevó sus manos por detrás de su espalda y se inclinó un poco hacia delante.-
No le dio mayor importancia a cómo se refirió a si mismo, por dos simples razones, al verle podía deducir que era un menor de edad y no entendía hacia qué dirección tan peligrosa llevaba ese lazo.

— Dependerá de ti si te trato bien o no, Luciano.

Si bien, anteriormente hizo una nota mental para no involucrarse más allá, no iba a negar que la idea de juguetear con el hijo de un mafioso le resultaba entretenido.

— Háblame más sobre ti.
Soy Luciano, tu Sugar Baby. -Le dedicó una inocente sonrisa mientras sus manos ahora pasaron a quitarle los papelitos de la cabeza, no quería fastidiarlo más de lo que usualmente lo hacía con todos.- Mi papi es uno de los Capos más importantes de la mafia Italiana, tratame bien por favor.
Elevó una sola ceja ante el repentino cambio de escenario, hace unos segundos estaba planeando torturar a un cliente moroso, y ahora ¿Tenía un chiquillo llamándolo de esa extraña manera?

— ... ¿Y tú eres?
¡Tienes el honor de ser mi Sugar Daddy! ¡Felicidades~! -Le arroja papelitos de colores a la cabeza.-

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