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User1580848 · M
Rafael temía que alguien entrara, así que indicó a la serpiente que volviera dentro de sus ropas, la gente no estaba acostumbrada a la presencia de las culebras tanto como él.
Entonces la escuchó, ese elogio que lo hicieron sonreír, negaba con la cabeza y entre gracia se peinó los cabellos hacia atrás.
—Me halaga, señorita.
Entonces la escuchó, ese elogio que lo hicieron sonreír, negaba con la cabeza y entre gracia se peinó los cabellos hacia atrás.
—Me halaga, señorita.
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