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Hasta entonces. -Tomo el papel guardandolo para quizá en unos días enviarle un mensaje ¿Quién sabe? Tal vez saldría algo bueno, se despide del albino con una pequeña sonrisa en sus labios y después de que el contrario abandonará el sitio lo hizo ella también. -
Una tenue risa salió de sí. Y antes de irse se volvió a la mujer, le entregó en un papel su número de celular.

—En otra ocasión nos veremos, estoy con algo de prisa ahora, hasta entonces.

Dijo, y la serpiente abandonó el lugar, a paso lento y tranquilo, como sí quisiera atesorar en la memoria aquellas paredes.
Solo digo lo evidente es todo. -Se había arreglado el maquillaje nuevamente y le miro con una sonrisa ladina sobre todo cuando peino sus cabellos hacia atrás, una simple acción pero vaya que era digamos que atrayente-
Rafael temía que alguien entrara, así que indicó a la serpiente que volviera dentro de sus ropas, la gente no estaba acostumbrada a la presencia de las culebras tanto como él.
Entonces la escuchó, ese elogio que lo hicieron sonreír, negaba con la cabeza y entre gracia se peinó los cabellos hacia atrás.

—Me halaga, señorita.
-No era tan fanática de los animales venenosos por alguna extraña razón pero aquella serpiente había llamadoo su atención- Al igual que el dueño ¿No?
—Lo es, por supuesto.
Es hermosa.-Comento mirando a la serpiente y sus movimientos apenas prestandole atención al albino-
—Aún no se acostumbra a estar sola en casa —Tendía la mano para que su serpiente se arrastrara, y cuando se alojó en la palma el albino acarició la cabeza de su querida amiga—, es por eso que tengo que llevarla a dónde quiera que vaya. La he estado malcriando, pero me daría lástima dejarla sola tanto tiempo.
Yo me entiendo..-Le resto importancia a sus palabras antes de continuar hablando sus ojos observaron a la serpiente que se asomaba y sonrio levemente ladina- ¡Vaya! Eso no me lo esperaba..
—¿Hm, disculpa? —Miró confundido a la azabache, aquello último no lo había terminado de entender.

Entonces desde el cuello del albino una serpiente se asomaba, su pequeña reptil observó a la mujer, siseando con la lengua.

—Mi querida Sniver, se suponía que estarías quieta..

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