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—¿Hm, disculpa? —Miró confundido a la azabache, aquello último no lo había terminado de entender.

Entonces desde el cuello del albino una serpiente se asomaba, su pequeña reptil observó a la mujer, siseando con la lengua.

—Mi querida Sniver, se suponía que estarías quieta..
 
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