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User1576008 · 26-30, M
(...) fuerte, siendo capaz de remover sus prendas y revolver su espesa melena. Suspiró cuando nadie fue capaz de escucharlo. Gruñó y avanzó un paso hacia la sacerdotisa, fijando sus ojos en los suyos.

— Me preocupa que si no te sigo, puedan atacarte y arrebatarte la perla... y hacerte daño —confesó con una voz más suave que antes. Ya no se veía exaltado, ni siquiera se molestaba en ocultar su preocupación, pero quizá podía desviarse de sus verdaderos motivos, fuesen los que fuesen, ya que ni él mismo los tenía claros—. Quita esa cara.

Era de verse cuántas cosas se guardaba ella también para sí. Quizá cosas que él podría llegar a entender... quería hacerlo. Pero no era de su incumbencia, no sabía porqué sentía que debía importarle tanto como llevarla a salvo a casa.

— Va a anochecer —dijo tajante, relajando los músculos para transmitir un semblante más serio, ojalá más relajado—. Es hora de ir a la aldea, a las alimañas les gusta salir a estas horas. Te acompañaré.
 
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