Alis estaba trabajando en la floristería de la Sra. Roberts, como siempre había estado laborando desde el primer momento en que llegó al mundo humano en su antigua misión de convertirse en un ángel guardian. No obstante, al decidir ya no formar parte del Reino Celestial, volvió a aquella vida que tuvo, trabajando animadamente en aquella floristería.

Pero nunca se imaginó que se reencontraría con aquel ángel guardian superior. Aquel ya era un ángel guardian experimentado y profesional, por lo que le preocupó bastante volver a verle, estando nervioso en cuanto le tomó del rostro.

— Se-Señor...Creo que me confunde con alguien más. — Le dijo al desviar su mirada a otro lado, fingiendo que no le conocía. — Pe-Pero si necesita ayuda en la compra de algún arreglo floral, pu-puede decirme...

Al encontrarse nuevamente con él, una sonrisa se dibujó en su rostro. Con un gesto sutil y meditado, acercó su mano derecha al mentón del ángel, tocándolo con delicadeza. Su mirada reflejaba un reconocimiento profundo y una aceptación tranquila de la constancia en el carácter del otro. Con una serenidad en su voz que resonaba con la calma de su expresión, pronunció sus palabras:. —Veo que tú nunca has cambiado—. Su comentario no era una crítica, sino una observación afectuosa de una verdad compartida entre dos seres que se conocían bien.