Frunció ligeramente el entrecejo al escuchar sus bramidos. Debía haberlo sabido con anticipación, lo escandaloso y desagradable que se pondría ese animal, pero su concentración en la clase no le permitió actuar antes al respecto.

Otro movimiento de muñeca a su apuntador y una mordaza se aferró a la boca del león, con unas rejas que le darían apariencia de bozal y que "por arte de magia" no le permitirían hablar. —¿Nunca piensas madurar, Kingscholar? Aunque es típico de las bestias no desarrollar más su intelecto a partir de cierta edad. —Habló con tranquilidad y una elegancia que derrochaba soberbia. Sonrió, antes de volver a su pócima—. Siempre es bien recibido que te muestres de ejemplo ante los futuros graduandos.

¡¿Pero qué diablos?! ¡CREWEL DE MIERDAAAAAA! - Rugió alterado al ser sujetado de su cuello por aquella correa, la cual lo dejó inmóvil por los breves segundos en los que el maestro le arrancó los pelos de su melena. - ¡Suéltame!

—Ah, qué bueno que llegas, Kingscholar. —Con un movimiento de su apuntador, hace aparecer una correa al rededor del cuello del león y lo atrae a la fuerza—. A esta pócima le vendría bien el pelo de alguna bestia. —Le arranca tres cabellos de la melena y los arroja en el caldero.

Pobres novatos. Vas a perturbarlos con tus locos experimentos, Crewel. (?)