Oh, ahora lo entiendo. - Una alegre sonrisa se mostró en su rostro, mirando al gato a los ojos. - No parece del todo inquieto. Quizás sólo necesites jugar un poco. - Se agachó al suelo y dejó al gato allí también. Con su pluma mágica, invocó una pelota de estambre muy colorida y se la entregó a Lucius, sin borrar su sonrisa. - ¡Mucho mejor!

—El profesor Trein está ausente hoy y no pudo llevar a Lucius consigo, así que me confió su cuidado. —Colocó el envase más grande sobre la mesa para tomar los lentes de seguridad y colocárselos antes de verter en el caldero una a una las mezclas en las cantidades exactas; concentrado—. Sólo quería dejarlo conmigo... pero es excesivamente inquieto. Si lo dejas afuera, quién sabe a dónde irá a parar.

¿Está seguro? - Preguntó el peliverde, un tanto perplejo. Cargó de nuevo al felino, acariciándolo entre sus brazos. Lo cierto era que Trey era bueno con los animales, ya que se encargaba de cuidar a los erizos y flamencos del cricket de Heartslabyul. - ¿Por qué debe de estar acá el gato del Prof. Trein?

—Gracias, Clover... —Al ver que lo saca fuera se apresura en llamarlo, con cuidado de no derramar nada—. ¡No, espera! Tráelo, debe estar aquí... aunque lejos de los objetos delicados. ¿Puedes sostenerlo mientras termino?

Permítame socorrerle, profesor. - Toma al gato con ambas manos, alejándose de allí y dejándole en el suelo del pasillo exterior del salón de clases de Ciencias.