-Ella sabía que no había sido la mejor mamá del mundo, ni siquiera una cuarta parte de eso pero aún así quería a sus hijos, además la actitud de su primogénito no le intimidaba, por lo cual se le acerca dándole un gran y fuerte zape en la cabeza.- Te tocare cuando quiera y como quiera, yo soy tu dueña, tu madre. - Dijo lo último en un tono más serio, usando incluso un par de voces que sonaban al mismo tiempo.-
¿Y tú quién eres? -Frunció el ceño, a pesar de saber quién era exactamente la persona que se encontraba frente a él, fingió que no le conocía puesto que le tenía un resentimiento bastante grande.- No me toques ¿quieres?
Así que volviste, me alegra verte nuevamente Gaëll. - Ladeó el rostro para mirarlo mejor, se parecía tanto a su esposo y eso le gustaba ya que cuando su hijo era pequeño, el mayor deseo de ella era eso, que su hijo se pareciera a su padre. Como madre que es, saca un pañuelo para ayudarlo a limpiarse de esa sangre.-
-Se encontraba limpiando la sangre que tenía en el rostro y aunque habría escuchado la voz femenina que decía su nombre, no le miró, más bien se seguía lamiendo aquel líquido rojo por el cuál estaba cubierto.-
