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Con la siguiente negociación la niña se mostró cabizbaja, de todas formas hizo lo que podía dentro de sus posibilidades y no tenía nada más que ofrecer.

Pero la pregunta sobre su aspecto le sorprendió que le hizo mirarle un tanto asombrada, era la primera vez en mucho tiempo desde que se quedó sin familia que alguien mostraba que le importaba como se sentía incluso a alguien como él que la conocía de poco tiempo.

Su corazón estalló de felicidad y con ello una enorme e inocente sonrisa se dibujo en su rostro, mostrando su dentadura imperfecta y con la esencia única de una niña que le habia devuelto la fe de volver a confiar así fuese un poco en otra persona o en su defecto un demonio.

S1577297 · M
– Ya te dije que no quiero nada. Entiende –dijo con frialdad una vez más, aún cuando la humana se arrodilló ante él.

Y aún con la mirada puesta en cualquier otra parte, se dio cuenta de la hinchazón en uno de los párpados de la menor y del olor a sangre coagulada que provenía de varias partes de su pequeño cuerpo.

– ¿Quién te hizo eso en rostro? –cuestionó pasados unos segundos. La pequeña pareció inmutarse ante su pregunta, mas no obtuvo respuesta alguna de su parte–. Está bien. No es necesario que me lo digas.
No recibió ni una sola mirada por el youkai como de costumbre cada vez que iba a ver su estado de salud y ahora que le llevaba un poco de alimento, simplemente fue rechazada.

Un sentimiento de angustia la invadió y esto mismo fue reflejado en su rostro, lo cual, hacia un poco más deplorable su apariencia entre sus ropas rasgada, su cabello marrón oscuro desaliñado sujeto con una pequeña cola de lado. Esta vez, terminó por arrodillarse y pese a las dos negaciones mantuvo extendido sus brazos que al poco tiempo bajo, no tenía más opción que aceptarlo así ¿verdad?.

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Durante esa mañana en solitario, reparó en varios detalles en su vestimenta cuando intentó limpiarse la tierra de ese rostro de piel nívea, que resaltaba por esas peculiares marcas rojizas a sus costados, y esa media luna a la mitad de su frente. Durante la batalla, Colmillo de Acero habría impactado contra su pecho, quebrando así la parte de su armadura de acero que representaba una pechera con grandes púas: había desaparecido por completo.

Al cabo de un rato reparó en que la pequeña estaba por volver; ya reconocía su aroma. Qué atrevida. No se dignó a mirarla, ni siquiera cuando esta se acercó a él con un "plato" improvisado.

– No quiero –fuera lo que fuera, no lo comería. Y no entendía porqué insistía en procurarlo–. Ya te dije que no quiero –repitió en un tono más severo cuando la chiquilla se arrodilló ante él.

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Tras su partida, busco tanto alimentos para el youkai como para ella en medio de los cultivos de la aldea. Sin embargo, se vio sorprendida por algunos trabajadores del campo que no dudaron en arremeter contra la menor por "robarle"; por suerte, pudo obtener algunos cereales que cuidadosamente colocó en una enorme hoja que lo sustituía como plato.

Sus pasos eran lentos pero seguros, su rostro le dolía, uno de sus párpados estaban hinchados por la propinación de los golpes, no obstante, se veía incapaz de llorar, su determinación por cuidar a quien "le esperaba" era mayor.

La tarde cayó, y los arbustos sonaron con su llegada; llevando con ambas manos lo que con esfuerzo pudo conseguirle.
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Así como le habló, la humana despertó. Pareció alegrarle saber que no había muerto, por supuesto que alguien como él no moriría por heridas como las que alguien tan insignificante como su medio hermano le había provocado. Incluso podría vivir sin su brazo, y eso no limitaría los poderes del hijo legítimo del Gran Comandante Inu No Taisho.

La niña simplemente se desapareció y el albino se quedó reposando en su lecho, observando a detalle los alrededores. Debía esperar por lo menos un par de días más para estar completamente recuperado.
sin apartar la mirada del albino, no obstante, el viento continuó hizo que instintivamente cerrará sus párpados y volviese abrazar sus pequeñas rodillas en busca de mantener su calor corporal, fue de esa manera que terminó quedándose dormida involuntariamente; el frío la llevaría a un sueño profundo en que se visualizo a su familia fallecida ¿era una señal que debía ir con ellos?, dio un par de pasos y tal como los dio, la tranquilidad se desvaneció, sus padres estaban siendo asesinados nuevamente por los ladrones, había sido una falsa ilusión pero tras darse la vuelta se encontraba él , y con su voz de Morirás congelada , provocando que se despertará de un respingo ¿le había hablado?, ¿cuánto tiempo había pasado desde que se durmió?.

Tallo con sus pequeños dedos sus párpados para ver si no se trataba de un sueño, ¡y no lo era!, una sonrisa se esbozo en su rostro y no tardo en levantarse ante tales heridas debía alimentarlo bien si quería una buena recuperación.
Los minutos pasaron y la niña estaba sentada abrazando sus piernas con la llegada de las bajas temperaturas, pese a ello, no quiso irse hasta asegurarse que la criatura ante sus ojos estaba bien o si requería una nueva asistencia.

La oscuridad había invadido el bosque, pudiéndose oír los movimientos de otros animales o el sonido de los grillos; ¡como le gustaría encender una pequeña fogata! pero eso delataria la ubicación de ambos y demasiado tiempo había pasado desde que la soledad se volvió costumbre, sin embargo, cabía la posibilidad de ya no estarlo ¿tendría un nuevo amigo?.

Negó con su cabeza, ni siquiera podría dirigirle la palabra si su voz se había desvanecido y aquello solo eran pensamientos, aún así, su idea de atesorar la vida la seguía manteniendo tanto para humanos como para demonios.

Una pequeña brisa helada hizo que se le erizara la piel, por lo que unió sus manos y rozó sus palmas de arriba abajo para después su aliento calentará estas. . .
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Aún percibía el aroma de la niña, aunque este era muy débil. Bastó con una mirada a su alrededor para ver el bulto rosado entre los arbustos, y ahí estaba la pequeña, durmiendo en posición fetal, abrazándose a sus piernitas. Pobre criatura débil e ingenua. Ojalá pudiera sentir lástima o gratitud. Debería matarla por atreverse a tocarlo mientras dormía, por ofenderlo al tratarlo con remedios de humanos. Él era superior a esa raza, a esa escoria.

Su piel ya estaba sanando por sí sola.

– Morirás congelada.
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Nuevamente fue entre sueños que escuchaba los movimientos de la humana, que los sentía. La niña atendiendo sus heridas podía ser parte de un sueño o no, sólo lo supo cuando volvió a abrir los ojos.

La salud del demonio no se veía afectada por las bajas temperaturas. El vaho salía de su boca al respirar, todo el pasto a su alrededor amaneció tan blanco como su majestuosa melena por la helada que cayó durante la noche, luchando por derretirse con los primeros rayos del sol. Él yacía anidado entre su estola, que había incrementado tanto el grosor como su longitud para su comodidad y su propia protección. ¿Dónde se encontraba su fiel sirviente? ¿Por qué tardaba tanto en encontrarlo?

El descanso le ayudó a recuperar energías. Al despertar lo primero que percibió fue el olor que desprendía el ungüento que la humana había creado a raíz de la mezcla de varias hierbas medicinales. Se había atrevido a tocarlo.

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