– No. – Respondió con sequísima sencillez. Sincero a la agonía. No la necesitaba. Pero era bienvenida y era por esto que no zarpaba a velocidades hipersónicas, siendo que no tendría que esperar por ella.
Me encanta el aire de misterio en tus palabras y gestos, Shadow... Es una pena que tu personalidad sea un témpano de hielo para las chicas. Así no podrás conquistar a nadie, amigo. Créeme. -Dijo Rouge en tono bromista, siguiendo al erizo. -¿Necesitas refuerzos en tu misión?
– Una de altísima confidencia. – No diría más. Sus pasos quedaron enmudecidos por el aire de sus zapatillas, pero sus largas espinas negras guiarían a la Murciélago junto a él.
Siempre buscamos la forma de encontrarnos, aún sin esperarlo. -Apartó su mano con delicadeza, para luego contemplar al oscuro erizo, cruzada de brazos. -¿Estás en alguna misión en especial?
– “Alegrar” es una palabra fuerte. – Los pliegues bajo su hocico eran manipulados por el tacto ajeno, masaje que se permitió recibir por unos segundos. – Nos volvemos a ver. – Cuántas veces no se despidieron creyendo que sería la última. –
