—They felt like an eternity—la dantesca retorica de sus palabras quedó de lado, cuando correspondió a placer ese beso pequeño y solemne. Le inoculó con el sutil sabor de su bebida frutal, muy diferente al aliento amargo del whiskey que él se cenó —¿Qué fue eso?—reprochó el siempre disonante Viego, que dejó la charla para dentro de unos minutos. Su diestra se colocó en la nuca de la bailarina en una presencia firme, y le besó de nuevo, en un vaivén desaforado y sin miedo al exhibicionismo. No sería la primera ni la ultima vez que sus expresiones de pasión levantaran el salseo de la gente a su alrededor.