Abrió los ojos de par en par y, algo nerviosa, lo miró acercársele. Lo dejó hacer sin chistar, excepto por esos inentendibles balbuceos que terminó soltando. Tuvo que desviar la vista a un costado y sonreír como mejor podía, en un vano intento por relajarse; imposible si por toda la cara le había soltado aquel cumplido—. G-gracias —respondió con dificultad, y cuando recuperó la compostura, lo volvió a encarar—. ¡E-estoy más que lista! Sólo espero estar a la altura...
—Tal vez si la chaqueta fuese blanca—musitó con ironía, en un tono de voz grave que coqueteaba con lo espectral, pero en realidad le parecía una visión espectacular a la que no le faltaba absolutamente nada. Se acercó, y con esas manos vanidosas listas para desafiar a Mordekaiser en la guitarra, acomodó el cuello de su chaqueta negra, acariciando los bordes metálicos y los estoperoles—A mí me parece que te ves muy increíble ¿Tú voz también está lista para cantar como nunca?—
Se echó un vistazo, conteniendo la sonrisa boba en el momento que agachó la cabeza—. ¿Te parece? No es tan increíble como —se aclaró la garganta, alzando la cabeza nuevamente para mirarlo algo nerviosa, sólo un poco—... Como el tuyo, ¿sabes?
