tengan que arreglárselas con las sobras del metal.
El Maestro abrió la esfera metálica sin mucho tensar su músculo midicloriano, misma apertura por la cual salió Anakin con su usual imprudencia y ánimo. – No hay nada que pudo haber hecho para evitar el choque, Maestro. Nunca había visto un campo de basura espacial tan denso alrededor de un sistema. Creo que ni Plo Koon habría podido navegar un T-6 a través de eso.
Existía calma en él en medio de la incertidumbre de una prolongada inserción en la atmósfera camino a las montañas de Carnelion IV, cuya belleza pudo admirar con la curiosidad del niño piloto que creyó ángel a una guerrera. Se nubló su vista, amplificando el rugir del viento profanado el ardiente metal de la nave. El protocolo incluía un sistema de protección para los “aterrizajes improvisados” de su Maestro: desplegando filas de placas magnetizadas que, al desplegarse por completo, se entrecierran, creando una barrera de protección adicional a sus habitantes.
La luz se volvió a filtrar entre las placas con el tercer impacto de la esfera en su desplazamiento hacia el pie de la montaña. Finalmente se detuvo. Una mirada mutua de examinación concluyó en ambos receptores que el otro estaba en una pieza. Los campos de fuerza de la nave cedieron por última vez cuando los Jedi la apagaron, pues encendida solo terminaría incendiada y puede que [...]
“Vive en el momento, Anakin.” – Las palabras de su Maestro resonaban en su cabeza cuando interrumpía su meditación, distraído por alguna pregunta que tenía y que sería despachada a oídos sordos una vez saliera de su boca. Aquel era el camino del Jedi: preguntas respondidas con más preguntas. Secretismo, opresión... Eran pensamientos que desechaba porque todos lo guiaban al agujero espinoso de la ira y no sabía cuántas veces más se le perdonaría el perder el control de ésta.
Casi de inmediato, al ¨salir del hiperespacio¨, las alarmas comenzaron a alertar la pequeña cabina de la nave acerca del campo de escombro que obstruía ruta tras ruta preparada por el sistema de la nave para aterrizar, forzando a su Maestro a tomar mando análogo. – Prep-prepárate para el impacto, Anakin. – Dijo Obi-Wan, interrumpido por el jamaqueo que provocó el intercambio de alazos entre la suya y una nave de hace algunas veinte rotaciones. La alarma chilló con más agudeza ahora, anuncia
La paz reina en la galaxia tras miles de años de la coalición entre la República y la mística Orden Jedi.
Obi-Wan ascendió al rango de Caballero Jedi luego de haber derrotado al Sith que mató a su maestro, el noble Qui-Gon Jinn. Honrando los deseos del occiso, Obi-Wan tomó el cargo de entrenar a Anakin como su primer ( y último ) alumno.
Años han pasado desde que Anakin comenzó sus estudios en el Templo Jedi. Sus poderes han demostrado superar a creces no solo las habilidades de sus compañeros, sino las expectativas impuestas a él por la profecía que ocasionalmente escuchaba entre murmullos y susurros. Sin embargo, tanto él como Obi-Wan han comenzado a cuestionar su rol a jugar en el destino dentro de las redes interminables de La Fuerza. Han embarcado en una misión, en respuesta a una señal de socorro al margen de la galaxia – Una misión que podría cambiar todo para ambos…
