User1567098

Ella puso ambas manos en la pared para hacer su parte. Proyectó el Hamon a través de las paredes, lo sintió conducirse mejor por el agua y logró dar con el otro extremo de la ruptura para detenerla. Una vez que el cemento entró se le ocurrió usar la misma energía para volverlo sólido, finalizando el trabajo.

Una fortuna, ya que moría por salir de ahí. Tenía calor.

— Gracias, te debo una. —

Le dio la espalda y caminó hacia las escaleras. Solucionaría luego el sótano inundado.

Arrugó el entrecejo cuando le tocó la mejilla, no tenía idea de cómo reaccionar a eso. Tan sólo lo miró al rostro y se encontró agobiada por una sensación... Extraña, desconocida. Al final usó su diestra para alejar su mano, pero ese gesto no pudo hacer desaparecer ese raro sentir.

Una vez que él encontró el material ella se acercó a la pared, con una idea en mente.

— Concentraré el Hamon al final de la pared, detendré el agua... Tendrás que hacer el resto. —

— No, no lo sé. Aquí es donde debería estar en todo caso. —

Comenzó a caminar entre el agua en busca de algo de material, aunque encontró un corcho flotando y lo tomó. Muy inocente lo colocó en el hoyo y cuando el agua cesó sonrió ampliamente. La presión del agua lo expulsó con fuerza, golpeándole la mejilla. Era como si su gracia se burlara de ella.

— ¡Cazzo! —

Lo miró indignada. Proyectó un puñetazo directo a uno de sus pectorales como protesta. Tenía el puño muy pesado, y con ayuda del Hamon incluso había perforado la muy gruesa capa de concreto hasta ese resultado.

— Sabía que no servirías de nada. No puedes ni siquiera con el peso de tu propio cerebro. —

El comentario casi la hace tropezar. Le acusó con la mirada.

— Espero no vuelvas a decir algo así. —

Cuando terminó de bajar las escaleras el chasquido de sus pies al pisar agua delataron lo evident. El sótano estaba inundado, encendió la luz y dejó ver un hoyo en la pared que filtraba agua en un chorro por ahora pequeño.

— Estaba entrenando y dañé la pared. Joder JoJo, no quiero morir. Lisa Lisa me colgará de los pezones. —

— Me sorprende, Joseph. Bien podría intentar asesinarte y tú ni enterado. —

Le sonrió con algo de malicia al girar su rostro y mirar por encima de su hombro. Comenzó a bajar con cierta rapidez los escalones.

Tenía un semblante preocupado, pero a pesar de eso pudo echarle un vistazo al cuerpo de Joseph. Las proporciones que podía observar a tan poca ropa por alguna razón le hicieron desviar la mirada.

— Al sótano. —

Ella estaba vestida con vaqueros y una chaqueta de mezclilla donde tenía guardadas las manos. Con un movimiento de su cabeza señaló el pasillo.

— Ven conmigo, voy a mostrarte algo. —

Toca a la puerta de su habitación.