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Nerón había abandonado el mundo terrenal para volver al lugar que lo vio nacer, Infernum.

Regresó al imperio de su madre para seguir con sus tareas, en cuanto tocó aquel suelo maldito su cuerpo mutó, aumentó de tamaño las cuencas de los ojos y poros emanaban una energía verdosa y las raíces se movían violentamente como los tentáculos de un pulpo, estás raíces se hicieron más gruesas y se cubrieron de espinas más duras que el acero, finalmente todas las raíces terminaban en punta conformada por un hueso picudo como estaca. Las extremidades de Nerón se cubrieron de un extraño líquido negro burbujeante, impuro y venenoso ―GRAAAAARRR!! ― lanzó un rugido tan poderoso que obligó a los demonios con excepción de Lumiel y Calígula a verle, a ponerle la debida atención

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