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Eww.
 
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-Abrió la puerta con un cuidado inusual en él, quizás por respeto, quizás por que sabía qué era lo que había ocurrido y dejó que ella pasara. Sobre la cama, yacía una joven de cabello castaño, su rostro antes hermoso estaba golpeado e hinchado, moretes y una cuidada costura en su ceja, debajo de la sábana de seda que la cubría, unos cuantos huesos rotos. Tenía una ligera expresión de dolor, como si sufriera aún con todos los sedantes y analgésicos que le habían suministrado.-

¿Recuerdas que te dije que había peores animales allá afuera? Esos imbéciles la trataron como saco de boxeo. -Se quedó atrás, cerca de la puerta, seguramente Ahri querría acercarse a su amiga.-
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Estaba molesta, sin duda y con justa razón. Lo que ella pedía no era realmente un imposible, pero, a su modo, intentaba cuidarla. Algo le decía que la impresión que le causaría ver a su compañera postrada en una cama, tan herida, iba a ser algo peligroso para la mente de la gumiho. Aún así soltó un gruñido cuando la vio marcharse tan indignada. El lobo apagó el cigarro en el cenicero y se levantó de la mesa.

Bastaron solo unos cuantos pasos para alcanzarla y tomó su pequeña y delgada mano para hacer que se detuviera, el índice de su mano libre se apoyó en los rojos labios de la joven, para indicarle que guardara silencio, y la llevó por los pasillos de la casa, hasta la habitación en donde había dejado a Nerissa.
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-Esa no era ninguna sorpresa para él. Las mujeres que trabajaban para Tokunawa vivían prácticamente en una burbuja. Preocuparse por detalles horribles solo haría que fuesen menos eficientes en su trabajo y por consiguiente, más pérdida que ganancia para la dueña de aquél lugar, después de todo, dicen que la ignorancia es felicidad. Pero esa gumiho era más lista que eso. James pensaba que en su posición, ser tan sagaz no se consideraba una virtud.

Nerissa sigue viva. -Respondió, esperando que fuera suficiente para ella y volvió a tomar el cigarro que había dejado, golpeándolo con el índice para tirar la ceniza sobrante. Trataba de convencerse de que no debía importarle el dolor que esa niña estuviera sintiendo.- Y tu Madre me ha contratado para que ninguna de ustedes termine hecha pedazos en algún basurero. Si eso es a lo que llamas hacer su trabajo sucio. -Sabía qué era lo que ella intentaba acusar, pero no podía estar más lejos de la realidad.-
-Sabía que estaba tentando su suerte. Le estaba dando una especie de sermón a un desconocido que casi le dobla la estatura, y que sabe no escatima en usar la fuerza bruta para zanjar los problemas.- Ni siquiera sé por qué me molesto. Es evidente cuál es tu trabajo aquí. -Prácticamente lo fulminó con la mirada.-

-Y con eso, Ahri se dio media vuelta para dirigirse a su habitación, la cual compartía con otra aprendiz como ella. El pelaje de sus blancas colas estaba un tanto erizado; se balanceaban de extremo a extremo mientras caminaba, evidenciando así su enfado reprimido.-
-El dolor del rechazo se notó claramente en su rostro, el cual lucía entre ofendido y resentido. Hizo una mueca al apretar los labios y fruncir el entrecejo; ninguna persona se había atrevido a negarse a darle una mano... excepto tal vez la señora Tokunawa.- ¿Al menos puedes prometerme algo? -Sus orejas de zorro, así como sus colas estaban caídas y mustias. Aún así, la gumiho se atrevió a presionar otro poco más.- ¿Me juras que Nerissa sigue viva?

-Ahri llevó su mano diestra a la altura de la cara, y con eso su manga del vestido cubrió su boca y mejillas. Su otra mano sujetó su brazo con firmeza, como si estuviese tratando de soportar un dolor que no tenía herida superficial aparente.- No es la primera vez que desaparece una de mis compañeras. -Su voz sonaba temblorosa; tenía miedo.- Espero que Madre te haya contratado como guardián, y no como su perro que hace su trabajo sucio. -Sus orejas se tensaron, atentas a cualquier tipo de amenaza de parte de James.-
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Si, es mejor que no vayas a verla mientras están curando sus heridas. Llegué a tiempo, pero no tanto. -A diferencia de ella que fuera del personaje que había creado para sus clientes mostraba ahora sus emociones a flor de piel, la voz de James sonaba un tanto taciturna, como si estuviera cumpliendo una simple obligación, no está dispuesto a apegarse más de lo debido a ese lugar y a quienes habitan ahí.-

-Estaba poniendo más atención a su cigarrillo que a ella hasta el momento en el que vio sus ojos. Grandes y hermosos, un ámbar que ahora se veía un tanto apagado, quizás por la preocupación que sentía por su compañera. Respiró y soltó el aire despacio, mientras alargaba la mano para apoyar el cigarrillo en un cenicero.- Te dije que no. -Esa orden había salido más dura de lo necesario, llevó la mano ahora libre a su rostro y presionó su entrecejo.- Ahri, no puedes hacer nada por ella más que estorbar. Si crees en un Dios, mejor pídele que se recupere, o lo que sea que te de paz.
-Parpadeó, a la vez que una de sus cejas se arqueaba, evidenciando así su curiosidad. ¿"Peores animales"? Se le quedó viendo con impaciencia, esperando a que hablara más sobre eso y dejara de arrojar humo por la boca. Sin embargo, no esperaba que la conversación diera un giro tan abrupto como ese.- ¿Qué dices? -Se apresuró a inquirir tan pronto escuchó lo que fue de su querida amiga Nerissa, una de las aprendices en la okiya que más respetaba y admiraba. Las orejas de zorro de Ahri se tensaron, presa de un montón de emociones y desagradables pensamientos.-

¿Dónde está Nerissa? ¿Por qué nadie en la okiya me lo ha dicho antes? -Lo atacó con pregunta tras pregunta, pues los nervios, el enfado y el miedo no le daban ni un solo momento para tranquilizarse.- Por favor... -El tono suplicante se impregnó en su petición. Los ojos de Ahri, los cuales eran de un hermoso y enigmático ámbar, se fijaron en la mirada cansada del hombre.- Necesito verla y ayudarla.
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Sanará solo. -Fue lo único que dijo. Ninguna de ellas conocía lo que él verdaderamente era, excepto la mujer a la que Ahri llamaba 'madre'. Era mejor así, de lo contrario se asustarían siquiera tenerlo cerca.- Hay peores animales que yo, solo que nunca te has topado con alguno. Podría decirse que eres una niña con suerte. -Dio una calada al cigarrillo y soltó el humo hacia el lado contrario al que ella estaba.-

Ocurrió algo en la casa, un loco con mucho dinero casi desfigura a tu amiga Nerissa. -Esa chica apenas y hablaba, podía bien bailar como una sirena -y tener el cuerpo de una- pero siempre parecía triste y melancólica, como si no perteneciera a ese lugar, o a ninguno.- Creo que no le gustó su actitud. Tu 'Madre' me ordenó sacarlo de aquí y las cosas se pusieron feas. -No pudo evitar remarcar la palabra de un modo casi desagradable. La vieja las explotaba, pero comprendía que ellas estuvieran agradecidas por tener un techo.- Aunque fueron más feas para él.
-Cuando terminó de encender el cigarro y la boca de su guardia se volvió una chimenea, Ahri agitó el palillo en el aire para apagar la pequeña llama que comenzaba a amenazar en consumir por completo la madera. Su mirada volvió a desviarse a la herida del hombre. No era que estuviese muriendo de preocupación, pero su vocación era servir a sus acompañantes. Tenía en la sangre querer intervenir.-

Madre conoce un médico, tal vez deberíamos llamarlo. -Se recargó en la mesita de noche con los codos y descansó el mentón sobre sus manos.- Qué amargado. Yo tengo rasgos de animal, pero tú te comportas como uno. Qué mal que no conocemos ningún veterinario. -Su pequeña boca se torció para formar una sonrisa llena de autosuficiencia. Después se quedó en silencio un momento, meditando su respuesta.- Llegué tarde. Los jueves siempre salgo con el mismo cliente, y me pide quedarme hasta madrugada. ¿Me dirás cómo te hiciste eso?
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-Solamente soltó una risa, amarga, no era un hombre que riera pero la actitud de esa mujer le causaba cierta diversión, bien podía ser la serpiente más seductora o la niñita más caprichosa. Quizás esa misteriosa personalidad era una de las razones por las que era tan popular entre los clientes. Continuó con lo que hacía mientras ella iba a otra habitación, sin embargo, apenas cerró el vendaje, éste se tiñó de rojo casi por completo.-

-Hastiado, se recargó completamente en la silla y bufó.- Si no tienes algo mejor entonces tampoco boca para criticar. -Se irguió para tratar de encender el cigarro, un par de intentos fallidos después, logró que comenzara a humear.- No tanta sangre y humedad como pensabas. -Fue su pequeña victoria antes de dedicarle una mirada un tanto cínica que desapareció luego de segundos.- ¿También pasaste la noche en vela?

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