User1550599

De pie, frente a él, se mantuvo de brazos cruzados, escuchando en silencio cada palabra que brotaba de esos labios conocidos. ¿Por qué había hecho eso? En el fondo siempre supo que visitarlo en momentos como este, casi recién separados, sería un absoluto error.

▬Quizás esto te sirva de lección... ¿No crees, Taiyang? Las personas no cambian por otros, sino por sí mismos.

Su máscara ocultaba sus expresiones y ahogaba un poco el sonido de su voz. Tan sólo el par de luceros carmín brillaban a través de los ojos de ese cráneo de Grimm.

Giró su rostro a su derecha cuando un pequeño sonidito en particular llamó su atención. Tras meditarlo unos segundos, se encaminó a la cuna de madera, cuidadosamente armada y adornada para la pequeña que dormía en su interior. Llevó su diestra a su máscara y pensó en retirarla, pero se detuvo cuando sólo sus labios fueron visibles. Volvió a colocarse la máscara.

▬Tú hiciste esta cuna para ella, ¿verdad?

Sólo aquello atinó a preguntar con voz tranquila. Sus sentimientos eran suprimidos uno a uno, ella misma se encargaba de eso.