Después del lento trago, bajó la taza, acunándola con ambas manos frente a él sobre la mesa. Se percató entonces de la mirada fija de suiza, aquellos cautivadores ojos, atentos a él pero con una ligereza que, a estás alturas, ya le resultaba característica en ella. —En este punto de mi vida, no me molestaría dejarme consumir por esta "mutua adicción".— La sonrisa no menguaba en sus labios, tan solo parecía relajarse, e inclinándose al frente a la par de que le sostenía la mirada, contestó con suavidad. —No importa cuánto camino sea, si lo podemos recorrer juntos, mi querida Myla.
Una sutil sonrisa se plasma en los labios femeninos antes de que tomé un poco más del café. Dejando la taza sobre el platillo, empino ambos codos y en la unión de palmas pudo dejar descansando el mentón. — Volver por más suena ya a una adicción, no te culpo porque a esta circunstancia, es mutua. — Volvió a sonreír entre que lo mira fijo; no es una observación acosadora, es una mirada tenue. — Aún queda mucho camino por recorrer, mi querido Uldrean.
—Myla, querida, siendo así, nunca tendría suficiente, y siempre volvería por más.— Le obsequió una sonrisa calma a la mujer, antes de tomar asiento frente a ella, sujetando la taza recién servida, más hizo una breve pausa para añadir con cierta desfachatez. —Pero ya que te preocupas taaanto por mí, por ahora, la dulzura de tus labios tendrá que bastar.— Y aun sosegado, cerró los ojos y dio un lento sorbo al café.
Sirve café en la taza extra con cuidado. — Hmm. ¿Yo? Ah no, no deseo que mueras de diabetes. — Dijo divertida manteniendo esa postura que demuestra su delicada feminidad.
