Las últimas horas del domingo parecen apurarse y juega una mala pasada a quienes deben madrugar temprano para seguir esa vil rutina que consume la voluntad día a día. La castaña miraba desde su ventanal la vacía calle y el silencio que era el somnífero ideal. Miraba fijo los vagos detalles de la ciudad entre que transfondo tiene la melodía de las cerdas del cepillo limpiando los dientes con tranquilidad. Todo era paz y cuando siente esa sensación de pesadez sostiene con su boca el cepillo dental, cierra las cortinas para hacer todo ese ritual antes de irse a dormir.