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«Cuando recojas los cristales rotos que hay en tu vida, caminarás en paz.»
 
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—¿Lo sientes? Bien, espero que entonces demuestres tus disculpas con acciones.

Expresó con la misma frialdad de siempre, pero tampoco demostraba mayor hostilidad más que los tonos a la hora que en que dirigía las palabras a su contraria. Al ver a la joven, solo veía una chica frágil, probablemente débil, llevarla con él sería una molestia, si ya apenas podía soportar a otros que al igual que él eran prófugos de la fundación, más a la gente misma que aún pertenece y trabaja para Einfer, mucho menos iba a soportar a Leyre. Por lo cual el hombre de cabello rubio voltearía dando la espalda a la muchacha y procedió a alejarse, no sin antes decir una frase más.

—Ahora cada quién por su lado, no me sigas.

Dicho eso camino a distancia contraria de la joven, para así poco a poco irse distanciando, hasta que llegaría un momento donde eventualmente Gale se perdería de la vista contraria, continuando con su propio camino.
[...] entendía que Gale lo que quería era estar en soledad y encontrar tal vez un lugar donde nadie le conociera, pero... Irónicamente, a pesar de que él le causaba terror... Se sentía segura si él estaba cerca. Lo buscaba por eso, incluso cuando había momentos en los que se había alejado de él en el camino, inconscientemente volvía a buscarlo. No eran hermanos, pero en ese momento, ella sentía que cerca de él estaba bajo el resguardo de un hermano mayor.

—L-Lo siento. . .— No iba a discutir, pero tampoco iba ni podía a alejarse.
—¡. . .!

Dió un saltito en el lugar ante la sorpresa y el susto que le generó el repentino agarre. La mirada fría del hombre le recordaba tantas cosas que... No deseaba recordar por lo que no pudo mantener la mirada fija en él y la desvió tras unos momentos, la presión en sus hombros conforme avanzaba la charla comenzaba a doler. ¿Iba a golpearla? Tal vez iba a usar su "regalo divino" para lastimarla. Tuvo miedo por unos instantes, tal vez su vida ahora sí terminaría en manos de alguien de la corporación. ¿Había llegado su hora? Cerró los ojos con fuerza, apretó los puños mientras se tomaba la tela de la falda, podía separarse de él si lo quería, pero no deseaba iniciar una guerra con una persona que se suponía que bateaba para su mismo lado.

—Duele. . .—

Se quejó, no quería llorar pero estuvo a punto, si el agarre hubiese durado un poco más, tal vez habría roto en llanto. Lo comprendió, incluso desde antes de que tuviese que decírselo de forma abrupta, [...]
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Colocó ambas manos en los hombros de la joven e incluso ejerció cierta presión, independiente del gesto de ella, la miraría con frialdad a los ojos. Claramente sabía que la muchacha a veces le seguía y eso era algo que a él no le causaba ninguna gracia, entonces tras cruzar de miradas tomaría la palabra.

—Yo te voy a decir lo que tienes que hacer... Simplemente vas a una ciudad y te pones a vivir en medio de la gente, así de simple, sin llamar la atención.

Sonaba tajante y poco delicado a la hora de emitir sus palabras, aún así no la liberaba del agarré que ejercía. Esperando a que la joven entendiera.

—¿Ves? Simple y sencillo… No debería costarte.

Dicho eso soltó ambos hombros de la muchacha, mirándola de forma despectiva aún. Claro, él no cargaba los traumas que otros pudieron tener debido a que perdió muchos recuerdos de sus días en la fundación.
—Justamente por eso lo digo, el día que me sienta lista, caminaré sola.

Un rubor tenue se hizo presente en sus mejillas, le daba pudor decir que en los momentos de la huida había tomado valor gracias a que había visto a Gale hacerlo. Fue casi instintivo seguirlo como un líder.

—Hasta que ese momento llegue, seguiré siguiéndote sin molestarte.
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—Ojalá eso aplicará en la gente que a uno le sigue sin siquiera pedirle permiso.

Comentaba en referencia a cuando él se retiró de cierto lugar donde había unos cuantos conejillos de indias. Y cierta persona le siguió.

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