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¿¡Eres idiota o qué!? – Volví a gritar, pero en seguida logré tranquilizarme al recordar que los vecinos podrían oír el escándalo que estaba haciendo - No se trata de eso estúpido Usui… – Me seguí quejando algo sonrojada todavía – Planeo ir a la escuela luego de tomar un baño para buscar aquellos papeles de los que te hablé y tal vez me quede a resolver lo que tenía pendiente allí… S-Sólo es eso… Pensé que… – Comenzaba a cortar las palabras, siempre era tan difícil pedirle algo…– Que… tal vez querrías ir conmigo. – Terminé de decir, pero al instante agregué – ¡No es que te quiera ahí de todas formas! Sólo… me dieron ganas de invitarte, eso es todo. No tienes que ir si no quiere ¡Puedo arreglarmelas sola! – Dicho aquello, entré a mi casa dejando la puerta abierta a mis espaldas, esperando tal vez, que él me siguiera.

Mis ojos se abrieron en simultáneo y mi mirada bajó instantáneamente a aquellos brazos que me apresaban cálidamente una vez más. Me sonrojé, pero permanecí en silencio, un silencio que no duraría demasiado puesto que al poco tiempo él se encontraría abriendo la puerta de mi casa.

- ¿Mis llaves? – Había hecho aquella pregunta de un modo retórico, un tanto ausente ante su comentario, pues yo estaba segura de que aquel juego de llaves era mío, pero el hecho de que Usui las hubiese conseguido de las propias manos de Aoi-chan sonaba como una idea un tanto descabellada. Aunque… Si lo pensaba bien, él era un alien. Un extraño alien capaz de todo…
Volví mi atención a él en cuanto lo oí hablar tan divertido acerca de mi ropa interior. Toda expresión en mi rostro cambió drásticamente, tal como solía suceder en esos casos – ¡Como si Aoi-chan conociera mi ropa interior! – Grité avergonzada y me acerqué al marco de la puerta donde él se encontraba. Tomé las llaves y abrí la puerta del todo permitiéndome el paso. De un vistazo rápido pude comprobar que mi familia no estaba allí aún. Me giré para invitarlo a entrar, sin embargo la última pregunta hecha luego de aquello logró descolocarme un poco, fruncí el ceño apartando la mirada – Ya te dije que no lloraba… – Respondí – Era sólo alergia… Soy alérgica a… Hmm… Bueno… ¡Ay, olvídalo, sólo entra! Te devolveré tus cosas y… – Vacilé un momento perdida en mis cavilaciones y luego volví a dirigir mis palabras al rubio – Usui… ¿E-Estás disponible esta tarde? – Lo miré con aquella expresión en mi rostro cargada de pena, y con las mejillas notablemente sonrojadas por la pregunta que le había hecho.