Intentó comer tranquila manteniendo el porte fino y delicado pese a que si fuera por ella ya hace raro hubiese terminado el plato. Ama las pastas, ama comer y más cuando está Xion con ella porque ambos poseen la misma atracción a la comida. Básicamente, se la pasan comiendo o comiéndose. — ¿Hmm? — Se detuvo para alzar la vista a él y lo escucha pero al finalizar un suave escalofrío recorrer su cuerpo. — Sus amigos están aquí pero dudo que él esté. — extiende su diestra para buscar la mano ajena cual intenta agarrar y brindarle su calor. — Sé que contigo nada me pasará. Sé que me protegerás, Cariño.

¿Bonitos y gorditos? Me gusta como suena. —Él no había escuchado la referencia pero la iba a adoptar, sin duda.
En cuanto ambos se pusieron a comer, se permitió observar con detalle a Úrsula. Desde la primera vez que se toparon, era más que obvio para él lo hermosa que era, sin embargo, conocerla como le había permitido, saber sus secretos e ir poco a poco descubriendo otros, le agregaban un encanto muy especial al filo de su nariz, a sus labios carnosos y ese porte entre coqueto y elegante. Nunca se cansaba de pensar que era un equilibrio perfecto, cada día lo comprobaba mejor.—
Ángel... —La llamo, haciendo una pequeña pausa.— Sé que no es el momento pero, si acaso llegas a ver al hombre que... Te lastimó, dímelo. —Eran sitios que ella frecuentaba, el mundo es un lugar pequeño y él aún tiene muy presente lo que ella le había compartido en su reencuentro y estaba dispuesto a arrancar cabezas de ser necesario.— Quiero que sepas, que voy a protegerte.

Dio otro sorbo dejando sutilmente la copa en la mesa. — Hámsters que rodarán felices. Bonitos y gorditos. — Sonrió divertida porque lo último lo saco de un film familiar. Relamía un poco los labios porque se dio tiempo a ver con detalle Xion. Adora su quijada, sus manos y esa mirada que la vuelve loca al encenderse cual hoguera. — Какое удовольствие! (¡Qué delicia!) — La presentación del plato, el aroma que emana y saber que viene de una cocina gourmet, simplemente le resulta demasiado atractivo. Sin aguantarse pero feminidad coge el tenedor para comer la pasta.

Seremos un par de hámsters, redonditos pero felices. —Su sonrisa era más discreta y galante que las carcajadas que soltaba con ella en la privacidad, aunque eso no significaba que no fueran sinceras, pero al parecer, ambos sabían comportarse muy bien en público. Equilibrando sus facetas.
Asintió ante la intención del brindis, saboreando el vino antes de dirigir de nuevo una fugaz mirada alrededor, Xion era conocido en ese sector por las razones... Adecuadas, si alguien lo ubicaba, sería porque sabía perfectamente que no se tentaba la mano para arrancar vidas.
Justo en ese instante llegó su comida, todo olía tan rico que hasta se frotó las manos.— Oh, por mis cuernos, se ve tan delicioso como tú, pero no tanto.

Vamos a salir rodando pero felices. —comentó entre una risita sutil y femenina. Las miradas que iban directo a Xion puede que sean de envidia pero también hay tinte de prejuicio porque Ursula es conocida por su cuerpo y el carisma coqueto que posee por naturaleza.
Se derrite casa vez que le roba un beso y para apaciguar un poco el rubor en los pómulos también agarra la copa alcanzandola para chocar suavemente está con la del duque. — Que galante pero brindo por este comienzo.. Aunque amó "nuestros" inicios. — Guiño un ojos antes de dar un ligero sorbo a su vino, disfrutando ese encantador amargor de la uva.

Después seremos como Sneg y Mantequilla, peluditos y redonditos. —Bromeó con ella con gran soltura, nunca le había gustado fingir alguien que no era, por lo cual, tampoco soportaba que los demás se montaran un teatrito, algo que por supuesto, Úrsula no hacía.
Al escucharla, su postura se relajó y optó por robarle un pequeño beso, tomando su copa de vino para alzarla un poco.— Está a tu altura definitivamente, por eso, brindo por la mujer más hermosa de todas. —Le dedicó una mirada cómplice, había momentos en su vida que siempre guardaba en la memoria y estaba seguro, que este sería uno de ellos, todo en ella se veía alucinante y no quería jamás borrar su imagen de la mente.—

Sonrió a media luna y busca la mano de Xion para acariciar la misma suavemente. — Creo que ambos vamos a repetir, recuerda que tengo un gran apetito. — no mentía, se veía una mujer que comía poco pero suele comer grandes cantidades de comida y todo lo lleva de la mano con un poco de ejercicio porque todavía trabaja como modelo y contrato hay que cumplirlo.
Si bien las miradas eran penetrantes simplemente no le dio la importancia que estás necesitan, se dedicó a ver a Xion, con cariño infinito. — A mi no me molestan pero me importa que a ti no te molesten. — ella igual también le sonrió gentil y dulce dejando que esa mano propios reciba besos. Por su parte, pidió pasta con salsa rosa para que acompañe con el vino que le han servido. — Esto es hermoso, parece salido de un cine.

Todo lo que hacen aquí sabe muy rico, aunque mi problema son las porciones, ya te darás cuenta que soy demasiado glotón. —Aunque de buenas a primeras diera la impresión de ser un hombre de negocios o algo parecido, no estaba actuando con tal formalidad, se permitía ser juguetón tal como era con ella siempre.

El vino llegó y sirvieron una copa para cada quien, Astaroth de pronto sintió miradas más insistentes y se vio en la obligación de voltear discretamente hacia un lado. Solo respondió con otra mirada a unos hombres que parecían cenar y charlar de sus asuntos, no quería volverse agresivo, no en su primera salida.—

Si te hacen sentir incómoda, por favor solo dímelo. —Formuló una sonrisa amistosa, ordenó para el un pedazo de filete y apenas tuvo la oportunidad, tomó la mano de su novia y la llenó de pequeños besos, como si mandara una silenciosa advertencia de que era suya e iba a cuidarla.—

Era casi imposible borre la sonrisa que tiene en los labios, no era exagerado ni nada pero Xion sabía cómo hacerla sentir en las estrellas y no la juzga simplemente demuestra interés hasta en la imperfecciones que suele tener. Cuando se adentraron en tan lujoso restaurante, muchas miradas hicieron focus en ellos y algunas reconocía; ignoró por completo esos ojos llenos de lascivia.
Guiados por un mesero, ella camino abrazada brazo del duque y con clara felicidad lo hizo. Ya no era esa chica que le pagaban por fingir ser alguien o no es la mujer que posa semi-desnuda en revistas de moda, ahora es la pareja de ese galante duque. — Que caballero, muchas gracias. — agradeció coqueta y con feminidad acomoda su vestido para sentarse en la silla que él amablemente corrió. — Aquí deben hacer muy buena pasta.

Valdrá la pena entonces, estaré más que feliz si quien me reanima eres tú. —Le ayudó a encontrar confianza y estar un poco más suelto, se trataba de ella a final de cuentas, podrían cenar un sándwich en casa y sería algo así, divertido y lleno de coqueteo entre ambos, la combinación que más le gustaba en ella.—

Un sitio adecuado para mi cita. —Sonrió ladino, un tanto galante. Llevarla del brazo lo hacía sentir pleno, no era un trofeo ni algo de lo cual alardear, si algo debía presumir era que ella lo eligiera, que pudieran compartir juntos de manera honesta, que todo era real. Un mesero los guio hasta su mesa, estaba casi lleno y captaron varias miradas, era obvio, los apodos que se pusieron con tanto cariño estaban puestos en evidencia por cómo iban vestidos.

Jaló la silla para ayudarla a sentarse, él hizo lo propio y de inmediato les trajeron la carta, Astaroth pidió vino para ambos y una vez solos, soltó una carcajada de puro gusto.— Puedes pedir lo que quieras, de verdad.